Resumen histórico del obispado de Lleida 

 

La historia del obispado de Lleida se puede dividir en cuatro periodos:

 

• El primero, desde sus inicios hasta la invasión musulmana;

• El segundo, del año 1168, en que el obispo Pedro de Ravidats publicó el Ordinatio Eclesiae Ilerdensis hasta el Concilio de Trento

• El tercero, desde el Concilio de Trento hasta el año 1932

• El cuarto y último periodo de la II República hasta la actualidad.

 

1.- De los inicios hasta la invasión sarracena

Sobre los inicios de una comunidad cristiana en Lleida, hay que decir que es indudable que ya estaba organizada a finales del Imperio Romano. Un hecho que lo puede avalar es que Lleida se encontraba en el cauce de comunicación entre Tarraco y el interior de la Península, pero de forma documentada, la presencia de una comunidad cristiana aparece con el encuentro de una lápida en la necrópolis romana de Lleida que acredita un entierro cristiano a finales del siglo IV.

 

A pesar de todos estos indicios, la existencia de una sede episcopal no se documenta hasta los alrededores del año 419, cuando una carta de Consercio a san Agustí hace referencia al obispo Saguicio. Pero es en el concilio provincial celebrado el 540 en Barcelona en el que por primera vez encontramos el nombre del obispo Andreu al frente de la comunidad leridana. También está documentado un concilio provincial eclesial de la Tarraconense en la diócesis de Lleida en 546, lo que demuestra la existencia de una iglesia diocesana organizada.

 

Del siglo VI nos queda el testimonio del obispo de Lleida en el concilio de Toledo (año 589), en el cual, el reino visigodo abandonó el arrianismo y pasó al catolicismo. Firmó las actas Polibio, obispo de Lleida.

 

La llegada de los musulmanes puso fin al reino visigodo. Durante su dominación se extinguió el obispado de Lleida, pero, aun así, se constata la presencia de comunidades cristianas organizadas. La clerecía y los laicos, se dividieron entre los que quedaron bajo el dominio musulmán invasor, y los que emigraron hacia tierras más seguras. El obispo de Lleida se refugió en la zona de la Ribagorça y Roda fue la sede episcopal para los cristianos refugiados en aquella zona (siglos VIII al XII). En aquel tiempo, en Lleida convivían tres culturas: la judía, la musulmana y la cristiana.

 

2.- Desde el Ordinatio Eclesiae Ilerdensis (1168) hasta el concilio de Trento

 

Después de la dispersión a causa de la invasión árabe, la reorganización eclesiástica se hace bajo la tutela de Narbona, hasta la definitiva emancipación. El año 1149 se liberó Lleida en una labor conjunta entre Ramón Berenguer IV, conde de Barcelona y Príncipe de Aragón; Ermengol VI, conde de Urgell, Pere de Rivera, de la orden de los Caballeros del Temple y numerosos nobles de Cataluña y Aragón.

Inmediatamente después de la conquista se inició la organización eclesiástica de las tierras recientemente recuperadas, donde permanecían algunos pequeños núcleos de cristianos. El obispo de Roda, Guillem Pere de Ravidats (1149-1176), con otros presbíteros y abades de Roda, trasladó su residencia episcopal de Roda a Lleida. Fue el primer obispo de Lleida en la nueva etapa de la historia diocesana.

 

Durante un tiempo los obispos se intitulaban de Lleida y Roda. El documento acreditativo de esta nueva situación se encuentra en la llamada Donatio Episcopi donde se exponía: «Yo, por la gracia divina, obispo indigno, se me ha concedido presidir la Iglesia de Lleida, simultáneamente con la de Roda». El mismo obispo publicó en 1168 el Ordinatio Eclesiae Ilerdensis con la normativa de la catedral y de su capítulo y su estructura parroquial, lo que significaba la definitiva organización diocesana. Este acontecimiento puede considerarse como el nacimiento de la diócesis de Lleidatal y como la conocemos.

 

El papa Alejandro III, el 1172, asignó de nuevo la diócesis leridana a la provincia eclesiástica Tarraconense. En la ciudad de Lleida, entre los siglos XII y XV se convocaron numerosos concilios provinciales, dado que era el centro geográfico de la metrópoli Tarraconense, siendo presididos por unlegadode la Santa Sede o por el arzobispo de Tarragona con la asistencia de los obispos y los diversos estamentos eclesiásticos.

 

El 22 de julio de 1203, el obispo de Lleida, Gombau de Camporrells (1191-1205), en presencia del rey de Aragón, Pedro II el Católico y del conde ErmengolVIII de Urgell, se colocó la primera piedra dela que, con el tiempo, fue la Seu Vella. El 31 de octubre de 1278, el obispo Guillermo de Montcada (1257-1278) inauguró y consagró la nueva catedral leridana. Durante el periodo de la Baja Edad Mediana (s. XIII-XV), la red diocesana se consolidó en todo el territorio leridano: con nuevos concilios, la aparición de las parroquias y la llegada de las órdenes mendicantes y militares. Merece destacar la importante presencia de la Iglesia en el desarrollo de la primera Universidad de la Corona de Aragón. El Cisma de Occidente influyó en la vida de la diócesis. El obispo de Lleida, Domènec Ram(1415-1434), vinculado a la curia de Benedicto XIII, intervino directamente.

 

3.- Desde el Concilio de Trento hasta el año 1932

 

A partir del siglo XVI destaca el concilio de Trento, acontecimiento capital para las futuras reformas, no tan solo del obispado de Lleida, sino de toda la Iglesia universal. Las reformas incorporadas fueron numerosas: el catecismo, la restauración del culto, la reforma de la administración eclesiástica, el establecimiento de seminarios y otros.

 

Durante la guerra de Sucesión, el obispo de Lleida, Francisco de Solís (1701-1714) adoptó una postura favorable a Felipe V. El 12 de octubre de 1707, el ejército de Felipe V se apoderó de la ciudad de Lleida. La gran incidencia de la Guerra de Sucesión, con la pérdida de la Catedral, convertida en cuartel, y del Palau Episcopal, derrocado, hizo que el 1707 el obispo Solís trasladara la residencia a Monzón, como también su sucesor el obispo Olasso (1714-1735). Fue el obispo Galindo (1736-1756) el que restableció de nuevo la residencia episcopal en Lleida.

 

Acabada la guerra de Sucesión, los obispos leridanos reclamaron insistentemente a los reyes de España la restitución de la Catedral, convertida en cuartel militar. Al ver la reiterada negativa real se buscó una nueva vía para conseguir que Lleida tuviera una Catedral abierta al culto cristiano. El año 1759, aprovechando su paso por la ciudad del nuevo rey de España, Carlos III, procedente de Nápoles, el capítulo de la catedral y los‘paers’unieron sus esfuerzos y expusieron al rey la situación y el problema de la sede leridana. Las gestiones fructificaron. El 14 de abril de 1761, se colocóla primera piedra de la que se puede decir la tercera catedral de Lleida. El obispo era Manuel Macías (1757-1770). El 28 de mayo de 1781, el obispo Joaquín Antoni Sánchez Ferragudo(1771-1785) inauguró y consagró la nueva catedral.

 

Durante la guerra del francés, La Iglesia de Lleida se hizo presente. El 28 de mayo de 1808 tiene lugar el alzamiento y el pueblo de Lleida solo reconoció al rey Fernando VII. Se constituyó la Junta de Defensa del Corregimiento y se nombró presidente al obispo Jeroni Mª de Torres (1784-1816). El 1810, ante los adelantos de los franceses, el obispo Torres se exilió en Mallorca. Seguidamente se produjo el asedio de Lleida. El 1814 el Barón de Eroles liberó la ciudad, llegó la paz y el obispo Torres volvió en Lleida.

 

Con la caída del Antiguo Régimen y la asunción del liberalismo, la muerte de Fernando VII comportó una reorganización política del Estado español. El fenómeno dela exclaustración y la desamortización fue la base legal para que el gobierno expropiara a la Iglesia de sus bienes y se los pudiera vender. En definitiva, este proceso, produjo una serie de acciones que comportaron la eliminación de las comunidades religiosas masculinas y la venta de sus bienes. El obispo Julià Alonso (1833-1844) se manifestó contrario a la política de exclaustración y mantuvo su oposición a las medidas gubernamentales en temas eclesiásticos. Mientras tanto crecía la aversión liberal hacia él;finalmente tomó el camino del exilio.

 

La dinámica tarea regeneracionista realizada por el obispo Pedro C.Uriz (1850-1861) fue continuada por su sucesor, Marià Puigllat(1861-1870). Durante su mandato, el 12 de octubre de 1862, se fundó la Real y Pontificia Academia Bibliográfica Mariana.

 

Su pontificado se produjo en tiempos complicados que afectaron a la diócesis con enfrentamientos entre el poder civil y el eclesiástico; pero se consolidó a mediados y en el último tercio del siglo XIX, con el resurgimiento de congregaciones religiosas que aparecen como respuesta a las múltiples necesidades sociales y religiosas de la época y del territorio. Merecen destacarse las actuaciones del Beato Francesc Palau (1811-1872), fundador de las Carmelitas Misioneras Teresianas, que fomentó la pastoral de espiritualidad, la asistencia a los enfermos y necesidades, la educación cristiana y la misión ad gentes; la Venerable Esperança González (1823-1885), fundadora de las Misioneras Esclavas del Inmaculado Corazón de María, al servicio de la mujer marginada y de la educación de niñas y jóvenes en situación de riesgo; Santa Teresa Jornet (1843-1897), fundadora de las Hermanitas de los Ancianos Desamparados, destacando el trabajo para la gente mayor desvalida.

 

Tomás Costa i Fornaguera (1876-1889) gobernó la Iglesia de Lleida en momentos en que la ciudad estaba dividida entre liberales, carlistas e integristas. El obispo favoreció instrumentos de acción y de influencia social, con el fomento de la Academia Mariana, la Juventud Católica y otras. Su sustituto, Josep Meseguer (1889-1905) dio a su pontificado un notable impulso. Su gran tarea fue la recuperación y reconstrucción de los templos y ermitas. Su celo constructor culminó con la edificación de un nuevo Seminario. Fundó el Museo Arqueológico del Seminario Diocesano de Lleida, con especial interés para recuperar y preservar los bienes de la Iglesia. El pontificado de Josep Miralles (1914-1925) transcurrió mayoritariamente en tiempo de la Mancomunidad de Cataluña, época de desvelo cultural, político, económico y nacional. Inauguró el Palau Episcopal.

 

4.- De la II República hasta la actualidad

 

A la altura de 1932, el panorama en Lleida no podía ser más preocupante. La política religiosa de los republicanos se convirtió en un elemento inquietante. La legítima separación entre la Iglesia y el Estado se tradujo en clara animadversión y en un ataque a la Iglesia. La nueva situación comportó que esta perdiera prácticamente todos los derechos y, más allá, incluso, que pasara a ser perseguida con el objetivo de hacerla desaparecer.

 

El triunfo del Frente Popular promovió una auténtica revolución en la que la situación descrita se acentuó. El estallido de la Guerra Civil interrumpió la vida diocesana y la persecución llegó al límite. La mayoría de las iglesias y conventos de la Diócesis fueron quemados y saqueados y las víctimas fueron numerosas, destacando el fusilamiento de más del 50% de su clero con el obispo Salve Huix (1935-1936) al frente. Murió mártir y fue beatificado el 13 de octubre de 2013. También han sido beatificados, o tienen el proceso abierto, otros 169 religiosos y laicos igualmente martirizados. De entre los laicos destaca el ya beato Francesc Castelló, mártir de la fe y verdadero testigo de amor y fidelidad. En julio de 1936, incendiaron la Catedral, quedando en una situación inservible para la celebración del culto.

 

En abril de 1938 el ejército franquista ocupaba la mayor parte de las comarcas de Lleida. Durante la posguerra, el obispado de Lleida fue regido por Manuel Moll (1938-1943); Joan Villar (1943-1947). El año 1947 fue nombrado obispo Aurelio del Pino (1947-1967). Éste restableció el culto en la Catedral en 1955 y en 1958 fundó el Colegio Episcopal.

 

En los años sesenta se produjo un desvelo de cariz cultural, social, político y religioso: La celebración del Concilio Vaticano II dio un aire de renovación a la Iglesia leridana y se impulsó la diócesis hacia nuevas directrices. El 1966 el obispo Aurelio del Pino presentó la renuncia. Lo sustituyó Amadeu Colom, vicario capitular de la sede vacante hasta el nombramiento del nuevo obispo Ramon Malla (1968-1999). Durante su pontificado se produjo un cambio en el talante de la Iglesia. Coincidiendo con la transición política, asumió responsabilidades eclesiales una hornada de católicos influidos por el Concilio Vaticano II.

 

Fruto del ambiente postconciliar, apareció una nueva realidad: la constitución de comunidades de base. En el decurso del mandato del obispo Malla se iniciaron las delegaciones diocesanas, las cuales impulsaron la pastoral diocesana. Una de las iniciativas más fecundas del obispado fue la creación del Instituto de Investigación y Estudios Religiosos (IREL), para fomentar la formación teológica, espiritual y pastoral, puente entre fe y cultura.

 

Otro acontecimiento importante fue el concilio Provincial Tarraconense de 1995 en el que la diócesis de Lleida participó activamente. El pontificado del obispo Malla estuvo marcado por la polémica suscitada por la segregación de las parroquias de Aragón que se realizó en dos fases: el 17 de septiembre de 1995, por decreto de la Congregación para los Obispos, se desmembró de la diócesis una parte del territorio de la zona aragonesa, y el 15 de junio de 1998 el resto del territorio aragonés.

 

El 19 de septiembre de 1999 el obispo Malla acaba su mandato siendo sucedido por el nuevo prelado F. Xavier Ciuraneta(1999-2007). Se encontró con las consecuencias de la segregación del obispado. Mantuvo una actuación decidida sobre la problemática de las obras de arte diocesanas. Por motivos de salud tuvo que renunciar y se nombró como Administrador Apostólico de Lleida al obispo de Tortosa, Xavier Salinas (2007-2008). El 21 de septiembre de 2008 tomó posesión del cargo el obispo Joan Píris(2008-2015) del que hay que destacar su prioridad pastoral. Con fecha 20 de septiembre de 2015 tomó posesión Monseñor Salvador Giménez Valls, obispo actual.

 

La diócesis es sufragánea del arzobispado de Tarragona y confina con las diócesis de Barbastre-Monzó, Zaragoza, Solsona, Tarragona, Tortosa y Urgell. La diócesis de Lleida ocupa una superficie de 2.887’10 Km2. Su patrón es Sant Joan Baptista, la fiesta del cual se celebra el 24 de junio, solemnidad de su cumpleaños. La Catedral tiene como titular a la Asunción de la Virgen María (15 de agosto).

 

Lleida, 11 de febrero de 2013