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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 12/14/2014
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Nuestra realidad es cada día más plural, también entre los miembros de las comunidades cristianas, pero la fe cristiana se vive en comunión. Más allá de las diferencias, sabemos que nos une la misma fe como miembros del único cuerpo de Cristo, la Iglesia, y estamos llamados a crear comunión, viviendo la comunión con Dios y con los hermanos. Por eso hemos señalado FORTALECER LA COMUNIÓN DIOCESANA entre las prioridades para este año. La comunión fraterna es el subsuelo que hace posible y auténtica nuestra fe y nuestra vida cristiana. Y es, además, la mejor manera de manifestar la presencia de Jesucristo entre nosotros: "todos conocerán que sois mis discípulos si os amáis los unos a los otros" (Jn 13,35).

Pero la comunión en la Iglesia no es algo abstracto: pide que cada comunidad eclesial se construya como un verdadero tejido de relaciones interpersonales en la experiencia compartida de la fe, en el encuentro con el Resucitado: "donde hay dos o tres reunidos en mi nombre, allí estoy yo en medio de ellos"(Mt 18,20). Ésta es la finalidad de potenciar las áreas de cooperación en cada arciprestazgo y/o unidad de pastoral. De este modo se potencia la misión común en las parroquias y las delegaciones; se favorece la coordinación de actividades y se da un testimonio de unidad y de servicio mutuo entre territorios y sectores pastorales.

La comunión en la Iglesia no es un consenso que se logra por el juego de mayorías y minorías, ni a base de decretos. Es un don, un efecto de la acción del Espíritu Santo que crea y realiza la armonía entre las diversas expresiones de una misma fe. Una comunión que se va manifestando mediante muchos y diversos carismas, sin colocar a nadie por encima de los demás: "el ojo no puede decir a la mano: 'no te necesito', ni tampoco la cabeza a los pies: 'no os necesito "(1Cor 12, 7.13.21). Es acción del Espíritu que lleva a la colaboración, a la corresponsabilidad, al diálogo, a la corrección mutua, y nunca a querer acaparar ni despreciar o ignorar su acción en los demás. De esta manera dinamiza a la iglesia, en la que todos estamos llamados a ser activos, nadie debe considerarse pasivo o estar sólo para recibir. Todos corresponsables aunque no todos de la misma manera, no todos en los mismos campos, no todos con el mismo papel. Es una corresponsabilidad orgánica y diferenciada, como un cuerpo. Y en un cuerpo, no todos son manos, ni todos son cabezas. Pero todos estamos llamados a aportar algo.

Nos lo decía el Papa Francisco en Albania (21/09/2014): cada bautizado tiene un lugar y una tarea que desarrollar en la Iglesia y en la sociedad. Que todos se sientan llamados a comprometerse generosamente en el anuncio del Evangelio y en el testimonio de la caridad; a reforzar los vínculos de solidaridad para promover condiciones de vida más justas y fraternas para todos. Que nuestra fe sea alegre y radiante y muestre que el encuentro con Cristo da sentido a la vida de las personas, de todas las personas.

En espíritu de comunión, os animo a impulsar la acción pastoral y a seguir buscando nuevas formas de presencia de Iglesia en la sociedad.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida