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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 01/13/2013
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Hace poco más de 50 años, el Concilio Vaticano II recordaba que "la Iglesia avanza junto con toda la humanidad" (Gaudium et Spes 40). Es un reto muy explícito para todos y cada uno de sus miembros que hay que hacerlo vida y que se tradujo en el esfuerzo de muchos cristianos comprometidos en la lucha contra las injusticias.

Más tarde, el Sínodo universal de 1971 sobre "La justicia en el mundo" llegó a afirmar que "la acción en favor de la justicia y la participación en la transformación del mundo se presenta claramente como una dimensión constitutiva de la predicación del Evangelio, es decir, de la misión de la Iglesia para la redención del género humano y la liberación de toda situación opresiva "(Cfr. Introducción).

Es una toma de posición que no se pierde en florituras: afirma rotundamente que comprometerse en la transformación de la sociedad pertenece a la misión de la Iglesia de evangelizar. No es una consecuencia, sino una "dimensión constitutiva". No se evangeliza para luego transformar la realidad, sino que esta transformación social es ya evangelización, aunque no es toda la evangelización.

Aún el Sínodo universal de 1974 estudió más a fondo la relación de estas tareas de promoción humana con la evangelización y con la Iglesia misma y, recogiendo los frutos de aquella asamblea, el Papa Pablo VI sitúa la Evangelización en el centro de la vida y de la actitud de la Iglesia, y hace consistir la misión en la renovación de la humanidad: "La evangelización -dice- es un proceso complejo, con elementos variados: renovación de la humanidad, testimonio, anuncio explícito, adhesión del corazón, entrada en la comunidad, acogida de los signos, iniciativas de apostolado "(Cfr. Evangelii Nuntiandi 24).

Así pues, luchar por un mundo más justo es abrir el camino de la evangelización, es ya evangelizar, porque es hacer realidad -aunque de forma incipiente y germinal- aquella fraternidad a la que aspira el corazón humano. Si el Beato Juan Pablo II afirmaba que la persona humana es "el primer camino que la Iglesia debe recorrer en el cumplimiento de su misión..., camino señalado por el mismo Cristo" (Cfr. Centesimus annus, 53), ahora Benedicto XVI ha querido precisar que "toda la Iglesia, en todo su ser y obrar, cuando anuncia, celebra y actúa en la caridad, tiende a promover el desarrollo integral del hombre" (Cfr. Caritas in veritate 11).

Celebrando el próximo domingo en nuestras Comunidades la Jornada Mundial del Emigrante y el Refugiado con el lema "Migraciones: peregrinación de fe y esperanza", es necesario hacernos eco de la dura experiencia que viven cerca de mil millones de seres humanos y mostrarles la bondad de Dios que los apoya con nuestra acogida y ayuda fraterna sin discriminaciones, favoreciendo y acompañando su inserción integral en los nuevos contextos socioculturales que deben compartir.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida