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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 05/19/2013
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Pentecostés es una buena ocasión para agradecer la presencia y participación del laicado en la vida de la Iglesia, a pesar de la insatisfacción que tantos y tantas manifiestan. Seríamos ciegos si negáramos que queda todavía mucho camino para ver atendidas las intuiciones conciliares sobre el deber y el derecho de los laicos derivados de su unión sacramental con Cristo Cabeza (por el Bautismo y la Confirmación). Ya os he dicho alguna vez que conocemos la letra pero nos falta "la música"... No acabamos de saber cómo hacerlo pero, gracias a Dios, vamos avanzando.

Hay abundantes testimonios aislados, pero hay que seguir promoviendo experiencias de complementariedad eclesial entre grupos y sectores. A esto nos están ayudando los encuentros de las Áreas de pastoral y también las experiencias ínterparroquiales que habría que multiplicar. También debemos encontrar la mejor manera de hacer el puente entre la pastoral territorial (en parroquias y arciprestazgos) y el servicio de las Delegaciones, como intentamos discernir en la Asamblea Diocesana.

Por otro lado, a todos nos gustaría oír más voces y leer más opiniones de personas y grupos de laicos a la hora de tratar problemas sociales y culturales, iluminando los mismos desde el Evangelio. Esto no quiere decir que los Pastores callen, pero creo que los seglares católicos deben tener más presencia pública. Una presencia que hoy debe ser claramente confesional y sin ambigüedades (preferentemente 'eclesial', comunitaria...), encarnándose en algún tipo de mediaciones, siempre como levadura en la masa y sin fundamentalismos ni imposiciones, creando espacios en los que sea posible intervenir como ciudadanos y creyentes, opinando y actuando, desde la fe, en "todos" los ámbitos de la vida. La Vocación cristiana es esencial y radicalmente 'misionera' y cada bautizado, miembro de pleno derecho del Pueblo de Dios, es 'enviado' al mundo a anunciar de palabra y de obra el evangelio de Jesús.

Quizás haya muchas explicaciones para el cansancio de algunos fieles cristianos laicos que han decidido mirar hacia otro lado desistiendo de esperar una renovación de la Iglesia que no acaba de llegar. A todos nos duele, pero el Papa Francisco nos recordaba el pasado Domingo de Ramos: "No seáis nunca hombres y mujeres tristes. Nunca os dejéis vencer por el desánimo. Nunca estamos solos, tampoco en los momentos difíciles cuando el camino de la vida tropieza con problemas y obstáculos que parecen insuperables. Seguimos a Jesús, pero sobre todo sabemos que él nos acompaña y nos carga sobre sus hombros: ahí reside nuestra alegría y la esperanza que debemos llevar a este mundo nuestro. Llevemos a todos la alegría de la fe".

Entre todos, y apoyando a los que lo intentamos -desde dentro y con infidelidades- os animo a ser "presencia de Iglesia en el mundo", con humildad pero también con determinación firme y comprometida.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida