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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 06/10/2012
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Corpus-Cáritas-Donación


 De hecho, son sinónimos y nos hablan de amor incondicional a todos, especialmente a los más débiles, un amor que podemos hacer presente (y recibirlo) con pequeños o grandes gestos de donación personal y / o material, según nuestras posibilidades y generosidad. Todos tenemos experiencia desde muy pequeños del poder de la entrega, de la donación, la entrega. En el fondo se trata de vivir para los demás como Jesús.

 Pero el de Jesús es todo un desafío amoroso: ¿quieres vivir, vivir más, vivir bien, vivir mejor, vivir para siempre? Él dice que tiene la definitiva solución para esta aspiración fundamental de los humanos: "Yo soy el pan de vida... El que come de este pan vivirá para siempre" (Jn 6, 48-51).

 Al celebrar por primera vez la Eucaristía con sus discípulos, y con su 'gesto' de lavarles los pies, les hace ver que también ellos deben dejarse animar por este mismo amor que le lleva a hacerse sirviente. Por eso dice: "¿Comprendéis lo que os he hecho? Me decís Maestro y Señor y decís bien porque lo soy. Pues si yo, el Señor y el Maestro, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los unos a otros. Os he dado ejemplo para que, como yo lo he hecho, lo hagáis también vosotros... Conociendo estas cosas, seréis bienaventurados si las ponéis en práctica "(vv.12-15:17).

 El sentimiento que anima Jesús en la Santa Cena es únicamente el amor que se hace "don, servicio y sacrificio". Y nos propone reproducirlo: la vida del cristiano debe ser, precisamente, un servicio a los demás para su bien, como ha hecho Jesús que ha venido "no para ser servido, sino para servir y dar su vida por muchos "(Mc 10,45).

Sabemos que en este mundo hay de todo... pero, gracias a Dios, son muchas las personas sacrificadas, sencillas, silenciosas y humildes que hacen de su vida una entrega generosa: entregadas a hacer el bien, a curar a quien sufre, a enseñar a quien no sabe, compartiendo con quien no tiene. Y no de cualquier manera sino dándose a sí mismos, sus propios proyectos, su tiempo. Todos agradecemos mucho recibir cariño y ternura, comprensión, escucha, acogida, perdón, respeto, confianza, e incluso cosas más materiales (un vaso de agua, dinero...) y muchas veces sin ninguna contrapartida. ¿Qué sería de la acción caritativa y social de nuestras Parroquias y Comunidades sin este gran número de voluntarios anónimos que se multiplican día y noche?

 Celebrando el CORPUS, Día Nacional de Caridad, hay que dar gracias a Dios por todos ellos.

 El cristianismo sería impensable sin la Eucaristía: Jesús nos dejó como "memorial" el pan partido ante el que cantamos con frecuencia y con verdad "Dios está aquí", dado que el signo sacramental "realiza" eficazmente lo que significa, no sólo "recuerda" sino que lo hace realmente presente. Pero celebrar la Eucaristía significa reconocer al Señor presente en el Santísimo y presente también en los hermanos, que son su cuerpo. Por ello, la celebración eucarística es siempre un acto comunitario-eclesial que tiene como efecto propio reunir al pueblo de Dios en la Caridad. Acto comunitario no sólo porque lo celebramos todos juntos sino porque lo celebramos todos unidos. Y al comulgar, sentimos como propio todo aquello que afecta a los demás, sobre todo sus sufrimientos tantas veces injustos.

 Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida