El último domingo de enero y tal como manda la tradición, Lleida festeja la Virgen María de la Arcada, patrona de la calle Mayor. Aprovechando la ocasión, es bueno hacer un poco de memoria histórica de esta advocación mariana tan leridana y a la vez también poco conocida, aunque ante su imagen del Eje Comercial transita casi todo el mundo.

 

En estos tiempos de pandemia, quizás habrá que empezar refiriéndonos a la Virgen de la Arcada, como la que salvó a los vecinos y vecinas de la calle Mayor de Lleida en la epidemia de la Peste Negra de mediados del S.XIV. Extendida enormemente por Europa, nuestra ciudad se contagiaría a finales de mayo del año 1348 y se extendería hasta finales de septiembre, sufriendo el envite de la enfermedad con una bajada demográfica. Coincidió todo ello con la aparición del “Regimiento de Preservación a apidímia e pestilencia e mortandades”, escrito por el físico y profesor del Estudi General de Lleida Jaume de Agramunt, que se considera el primer texto médico escrito en catalán, en el cual se aconsejan medidas preventivas de higiene personal para hacer frente a la Peste, muy parecidas a las actuales para hacer frente a la Covid 19.

 

Es en este contexto, según explica Josep Lladonosa, que los vecinos de la calle Mayor se pusieron bajo la protección de la Virgen María de la Arcada, que ya tenía fama de hacer milagros, pidiéndole los liberara de la Peste. Dicen las crónicas que así sucedió, pasando la epidemia de largo quedando buena parte de sus vecinos inmunes al contagio; incluso algunas familias de otras calles y barrios se trasladaron a vivir en la calle Mayor, convencidos como estaban que la Virgen de la Arcada los protegería de la Peste.

 

Los orígenes de la imagen los encontramos en la llamada Arcada de Castro, nombre de una de las puertas de acceso a la ciudad de la antigua muralla romana, donde había una pequeña imagen de piedra de la Virgen María que los leridanos ya denominaban de la Arcada, en referencia a su emplazamiento. El año 1802 derrocaron el portal y la imagen, esta ya de madera policromada, fue resituada en una hornacina abierta en la fachada del número 7 de la calle Mayor y, a partir de este momento aparece y desaparece de su hornacina según los conflictos bélicos o los posicionamientos políticos. Así, durante la Guerra de la Independencia y para evitar su destrucción, fue escondida bajo la escalera de la casa para volverla a su lugar una vez pasado el peligro. El año 1868, con motivo de la Revolución de Septiembre, la Paeria obligó a retirar de las calles y plazas todas las imágenes religiosas y, en cumplimiento de la orden, la Virgen fue retirada para volver de nuevo a su capillita durante la Restauración Monárquica. El año 1936, las propietarias de la casa, las hermanas Dolors y Filomena Alcaide Gabaldà denominadas “las Tonyetes”, retiraron la imagen y la guardaron en lugar seguro. Pasada la Guerra la depositaron en la iglesia de Sant Pere, donde aún hoy es venerada.

Posteriormente, el 7 de enero de 1959 la Asociación de Vecinos y Comerciantes de la Calle Mayor y Plaza Paeria, la proclamó Patrona de la entidad y el mes de septiembre de 1960 convocó un concurso para hacer una imagen de piedra y recuperar así su presencia a la vía pública. El concurso fue declarado desierto y se hizo una nueva convocatoria, con una dotación de 25.000 pesetas por el primer premio y dos accésits de 2.500 pesetas por el segundo y tercero. El jurado, presidido por el arquitecto Manuel Casas Lamolla, vecino de la calle Mayor, otorgó el premio al escultor Innocenci Soriano-Montagut y Ferré (1893-1979), padre del arquitecto Miquel Àngel Soriano-Montagut i Marcos, que era entonces profesor de la Escuela Superior de Bellas artes de Sant Jordi, sustituyendo en esta cátedra al escultor Frederic Marès, después de haber obtenido el 1936 la plaza de profesor de la Escuela de Arte de la Universidad de Salamanca, de la cual sería su primero director y, a la vez, miembro de la Junta de Gobierno de la Universidad que presidía entonces Miguel de Unamuno. Curiosamente los dos accésits, en atención a la calidad de las obras presentadas, fueron por los escultores Antoni Abat y Leandre Cristòfol.

 

Para colocar la imagen premiada realizada en piedra de Ulldecona en la fachada de la iglesia de Sant Pere, fue preciso construir una capillita, proyectada por el arquitecto Manuel Cases Lamolla, que fue realizada por los talleres de piedra artificial Argilés de Lleida, con piedra procedente también de las canteras de Ulldecona.

 

La bendición e inauguración de la nueva Virgen María de la Arcada tuvo lugar el 29 de octubre de 1961 a cargo del obispo Aurelio del Pino, siendo apadrinada por el gobernador civil José A. Serrano Montalvo y por Pilar Gil, esposa del alcalde Francesc Pons. De todo hará 60 años.

 

Antiguamente la fiesta de la Arcada tenía lugar el 12 de septiembre, fiesta del Dolce nombre de Maria, con oficio religioso, bailes y fuegos de artificio. En la posguerra se trasladó al tercer domingo de septiembre, después de los Encuentros de Butsènit y Grenyana, para pasar a celebrarse a partir de 1962 el último domingo de enero, a pesar de que la actual Peste de la Covid 19 ha forzado este año su aplazamiento al primer domingo de febrero. Un hecho que nunca se había dado en estos últimos 59 años.

 

(Artículo publicado en el diario “La Mañana” de Lleida, el domingo 31 de enero de 2021, Fiesta de la Virgen María de la Arcada)