Con una gran solemnidad, el sábado 27 de febrero, el Monasterio de Santa Maria de Poblet acogió la bendición abacial de fray Octavi Vilà i Mayo, abad de Poblet, conferida por fray Mauro-Giuseppe Lepori, abad general de la Orden Cisterciense.

La celebración contadó con la presencia del Arzobispo, Mons. Jaume Pujol; Arzobispo-obispo de Urgell, Joan Lluís Vives, Cardenal, Mons. Lluís Martínez Sistach; Arzobispo de Barcelona, ​​Mons. Juan José Omella; y numerosos obispos de las diócesis con sede en Cataluña, entre ellos el obispo de Lleida, Salvador Giménez y el emérito Joan Piris. También asistieron abades, provinciales de diferentes congregaciones, sacerdotes, abadesas y religiosas, así como numerosos familiares del padre abad y fieles de la archidiócesis que quisieron estar presentes en este día tan señalado.

En su homilía, el abad general de la Orden Cisterciense, citando la regla de san Benito, dijo que la Palabra de Dios "nos debe llevar a una escucha abierta y activa". "El abad es llamado a favorecer esta escucha para ayudar a la comunidad, a sus hermanos. Es la Palabra de Dios la que fecunda la capacitación de expresión y genera la belleza del arte ", subrayó. Fra Mauro-Giuseppe precisó, también, cuál es la vocación del abad: "servir a los hombres tal y como Dios lo hace".

Como momentos significativos de la celebración, propios del rito de bendición de un abad, se cantaron las letanías de los santos con fray Octavio postrado en el suelo, y la entrega del libro de la Regla de San Benito, el anillo, la mitra y el báculo pastoral. Seguidamente tuvo lugar uno de los momentos más emotivos de la celebración cuando el abad, acabado de bendecir, recibió el ósculo(beso) de paz por parte del abad general de la Orden, de los otros prelados, de los monjes de su comunidad y de las madres abadesas allí congregadas. Uno de los abrazos más cálidos y largos fue con el abad emérito de Poblet, P. José Alegre y con el prior de la Comunidad y procurador general de la Orden, Fray. Lucas Torcal.

El nuevo abad de Poblet, antes de cerrar la celebración, pronunció unas palabras de agradecimiento recordando las exigencias de este nuevo servicio. "El servicio hecho con amor y la caridad mostrada en el servicio. La vida del monje se convierte gracias a la oración, el trabajo la Palabra de Dios y la Eucaristía, sólo así puede ser comprensivo, leal y coherente ", dijo. "Un abad debe servir más que mandar y debe ser amado más que temido", recordó. El padre abad también mencionó el referente de Poblet en Cataluña, y su servicio al país, haciendo referencia al documento de los obispos con sede en Cataluña Arrels cristianes de Catalunya. En su alocución también dirigió unas palabras de agradecimiento y aprecio a sus padres, al P. Mauro Esteva, por su proximidad, y al último padre abad, José Alegre, para su maestría.