El delegado de Liturgia y Espiritualidad del Obispado de Lleida, Mn. Gerardo Soler, dedica su colaboración semanal a las comunidades religiosas.

Podéis encontrar el texto a continuación o descargarlo del documento adjunto.

LA ASCENSIÓN DEL SEÑOR

7. Las comunidades religiosas y la Liturgia de las Horas

a) Las comunidades religiosas

Nacen para vivir más perfectamente la consagración bautismal y "se consagran más íntimamente al servicio de Dios" (LG 44). Por tanto tienen que vivir con más intensidad el sacerdocio de Cristo común al de todos los fieles. Es lógico, por tanto, que vivan con profundidad y celebren con gozo la Liturgia de las Horas.

"Las comunidades de monjes, monjas y demás religiosos que por Regla o Constituciones celebran la Liturgia de las Horas en su totalidad o en parte, bien sea con el rito común o con un rito particular, representan de modo especial a la Iglesia orante: reproducen más de lleno el modelo de la Iglesia, que alaba incesantemente al Señor con armoniosa voz, y cumplen con el deber "de cooperar", principalmente con la oración, "en la edificación e incremento de todo el cuerpo místico de Cristo y en bien de las Iglesias particulares" (CD 33; PC 6,7,15; AG 15). Lo cual ha de decirse principalmente de los que viven consagrados a la vida contemplativa" (OGLH 24).

Los religiosos y religiosas contemplativos han sido llamados a una vocación, en que liberados de otras ocupaciones, nos pueden hacer más presente la vida de la Iglesia del cielo ya aquí en la tierra. "Y como el pueblo de Dios no tiene aquí ciudad permanente, sino que busca la futura, el estado religioso, por librar mejor a sus seguidores de las preocupaciones terrenas, cumple también mejor, sea la función de manifestar ante todos los fieles que los bienes celestiales se hallan ya presentes en este mundo, sea la de testimoniar la vida nueva y eterna conquistada por la redención de Cristo, sea la de prefigurar la futura resurrección y la gloria del reino celestial" (LG 44).

"Con la alabanza que a Dios se ofrece en las Horas, la Iglesia canta asociándose al himno de alabanza que perpetuamente resuena en las moradas celestiales; y siente ya el sabor de aquella alabanza celestial que resuena de continuo ante el trono de Dios y del Cordero, como Juan lo describe en el Apocalipsis" (OGLH 16). 

Mn. Gerardo Soler

Liturgia viva. Liturgia de las Horas, 17-5-15

 

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