Cuando el año 2005 fue elegido el Papa Benedicto XVI con 78 años, substituyendo al hoy Beato Juan Pablo II (que, en el aeródromo de Cuatro Vientos, se había autodenominado “un joven de 83 años”) se multiplicaron calificativos e interpretaciones en todos

los medios. Si en aquel momento abundaron simplificaciones, ahora seguramente tampoco faltaran. Tal vez es inevitable y comprensible, aunque las cosas de la vida son bastante más complejas.

En estas semanas hemos podido escuchar y leer cantidad de cosas sobre la Iglesia y su futuro Papa. Muchos escritos y pronunciamientos, opiniones variadas. Lo que, curiosamente, casi nunca aparecía es el nombre de Jesús (?) y, sin embargo, la Iglesia y el Papa no tienen otra misión que anunciar la fe en Jesucristo. En todos los momentos de la historia y también ahora en un mundo tan plural como el nuestro a todos los niveles, el auténtico desafío es éste: encontrar la manera adecuada de hacer la propuesta cristiana y acompañarla siempre con un testimonio coherente.

Ciertamente ha sido una elección bastante rápida y ya he podido escuchar cosas como “Papa de compromiso”, “Papa de transición”, etc. Habría que recordar algunas opiniones como éstas que se decían del Papa Beato Juan XXIII.

Después de todo lo que hemos vivido los últimos 50 años y de los Papas que hemos podido conocer, ¿podemos todavía ignorar la capacidad de sorprender que ha demostrado en la historia el Espíritu Santo?.

El mismo hecho de elegir el nombre de Francisco es todo un signo que indica la prioridad absoluta de fijar nuestros ojos en el Evangelio (“sine glossa”), recordando cómo el Cristo de San Damiano le pedía al “Poverello” de Asís reconstruir la Iglesia.

Nuestros tiempos son bastante comprometidos para la Iglesia, pero el desafío es siempre el mismo: evangelizar el mundo.

La Iglesia no tiene razón de ser en sí misma, es para el mundo, como señaló el Concilio Vaticano II.

El servicio del Papa Francisco, sucesor de Pedro, será siempre confirmar en la fe a los hermanos y servir a la comunión que el Señor Jesús encomendó al pescador de Galilea.

Yo le recibo con alegría y pido a la Comunidad Diocesana de Lleida que demos gracias al Buen Dios por el nuevo Papa, Obispo de Roma y Pastor universal de la Iglesia. Que el Señor le asista con su luz y su fuerza en el ministerio que El mismo le ha confiado.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris