Mn. Gerardo Soler nos sigue explicando la Liturgia de las Horas en su escrito semanal de la sección Liturgia y Vida.

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DOMINGO VI (B)

(Domingo del leproso)

a) En la Iglesia primitiva (continuación). La Oración de la Iglesia.

        Oración dirigida al Padre por medio de Cristo Mediador: "Por El, nosotros pronunciamos el amén a la gloria de Dios" (2 Cor 1,20). Encontramos también doxologías, bendiciones al Padre por la obra salvadora del Hijo Jesús:

          "... Dios y Padre, a quien sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén" (Gal 1,5). "... del Creador, que es bendito por los siglos. Amén" (Rom 1,25). "Y a Dios nuestro Padre, la gloria por los siglos de los siglos. Amén" (Flp 4,20) "Eres digno, Señor  y Dios nuestro, de recibir la gloria, el honor y el poder, porque tú has creado el universo; por tu voluntad, no existía y fue creado" (Ap 4,11).

          Doxologías dirigidas al Padre con mención de Jesucristo: "A Dios, el único sabio, por Jesucristo, ¡a Él la gloria por los siglos de los siglos! Amén" (Rom 16,27). "A Aquel que tiene poder para realizar todas las cosas incomparablemente mejor de lo que podemos pedir o pensar, conforme al poder que actúa en nosotros, a Él la gloria en la Iglesia y en Cristo Jesús por todas las generaciones y todos los tiempos. Amén" (Ef 3,20-21).

          Doxologías dirigidas al Padre y a Cristo: "Al que está sentado en el trono y al Cordero, alabanza, honor, gloria y potencia por los siglos de los siglos" (Ap 5,13). "La salvación es de nuestro Dios, que está sentado en el trono, y del Cordero" (Ap 7,10).

          Doxología dirigida a Cristo: "Creced, pues, en la gracia y en el conocimiento de nuestro Señor y Salvador, Jesucristo. A Él la gloria ahora y hasta el día de la eternidad. Amén" (2 Pe 3,18).

          Encontramos también bendiciones, beraka, y anámnesis, memoria de algunos aspectos de la historia de la salvación: "Bendito sea Dios, Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido en la persona de Cristo con toda clase de bienes espirituales y celestiales

          Él nos eligió en la persona de Cristo, antes de crear el mundo, para que fuésemos santos e irreprochables ante Él por el amor. Él nos ha destinado en la persona de Cristo, por pura iniciativa suya, a ser sus hijos, para que la gloria de su gracia, que tan generosamente nos ha concedido en su querido Hijo, redunde en alabanza suya.

          Por este Hijo, por su sangre, hemos recibido la redención, el perdón de los pecados. El tesoro de su gracia, sabiduría y prudencia han sido un derroche para con nosotros, dándonos a conocer el misterio de su voluntad. Este es el plan que había proyectado realizar por Cristo cuando llegase el momento culminante: recapitular en Cristo todas las cosas del cielo y de la tierra.

          Con Cristo hemos heredado también nosotros. A esto estábamos destinados por decisión del que hace todo según su voluntad. Y así, nosotros, los que esperábamos en Cristo, seremos alabanza de su gloria. Y también vosotros -que habéis escuchado la verdad, la extraordinaria noticia de que habéis sido salvados, y habéis creído- habéis sido marcados por Cristo con el Espíritu Santo prometido; el cual -mientras llega la redención completa del pueblo, propiedad de Dios- es prenda de nuestra herencia, para alabanza de su gloria" (Ef 1,3-14).

          Vemos que todo procede de la única fuente: el Padre, que se manifiesta en el Hijo por el Espíritu Santo y en la Iglesia. Es el mismo movimiento que encontramos en las Plegarias eucarísticas, especialmente las orientales. Del Padre, por Cristo, en el Espíritu y en la Iglesia. No sería nada extraño que esta plegaria paulina fuese parte de alguna plegaria eucarística de las comunidades primitivas. Y todo "para alabanza de su gloria

 Mn. Gerardo Soler

Liturgia de las Horas, 15-2-15