Mn. Gerardo Soler, delegado de Liturgia y Espiritualidad del Obispado de Lleida, dedica su colaboración semanal a hablar de cómo los laudes santifican el día.

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DOMINGO XI  del tiempo ordinario (B)

(Domingo de la simiente y el grano de mostaza)

b) Los Laudes santifican el día

          "Los Laudes matutinos están dirigidos y ordenados a santificar la mañana, como salta a la vista en muchos de sus elementos. San Basilio expresa muy bien este carácter matinal con las siguientes palabras: "Al comenzar el día oramos para que los primeros impulsos de la mente y del corazón sean para Dios, y no nos preocupemos de cosa alguna antes de habernos llenado con el pensamiento de Dios, según está escrito: "Me acordé del Señor y me llené de gozo" (Sal 76,4), ni empleemos nuestro cuerpo en el trabajo antes de poner por obra lo que fue dicho: "Por la mañana escucharás mi voz, por la mañana te expongo mi causa, me acerco y te miro" (Sal 5,4-5)" (OGLH 38a). 

          En el Señor encontramos fuerza al comienzo de la jornada: "Señor, Dios todopoderoso, que nos has hecho llegar al comienzo de este día, sálvanos hoy con tu poder, para que no caigamos en ningún pecado, sino que nuestras palabras, pensamientos y acciones sigan el camino de tus mandatos" (Oración, lunes II).

          "Señor Dios, rey de cielos y tierra, dirige y santifica en este día nuestros cuerpos y nuestros corazones, nuestros sentidos, palabras y acciones, según tu ley y tus mandatos; para que, con tu auxilio, alcancemos la salvación ahora y por siempre" (Oración, lunes III).

          "Señor, que tu gracia inspire, sostenga y acompañe nuestras obras, para que nuestro trabajo comience en tí, como en su fuente, y tienda siempre a tí, como a su fin" (Oración, lunes I).

          "Te pedimos, Señor, tu gracia abundante, para que nos ayude a seguir el camino de tus mandatos, y así gozemos de tu consuelo en esta vida y alcancemos la felicidad eterna" (Oración, viernes IV).

          Otras oraciones se centran en el trabajo como colaboración con la obra de la creación: "Oh Dios, que encomendaste al hombre la guarda y el cultivo de la tierra, y creaste la luz del sol en su servicio, concédenos hoy que, con tu luz, trabajemos sin desfallecer para tu gloria y para el bien de nuestro prójimo" (Oración, lunes IV).

          "Dios todopoderoso, de quien dimana la bondad y hermosura de todo lo creado, haz que comencemos este día con ánimo alegre y realicemos nuestras obras movidos por el amor a tí y a los hermanos" (Oración, martes III).

          También la alabanza está presente: "Que nuestra voz, Señor, nuestro espíritu y toda nuestra vida sean una contínua alabanza en tu honor; y, pues toda nuestra existencia es puro don de tu liberalidad, que también cada una de nuestras acciones te esté plenamente dedicada" (Oración, sábado II).

          Nuestra alabanza de la tierra unida a la del cielo: "Señor, Dios todopoderoso, te pedimos nos concedas que, del mismo modo que hemos cantado tus alabanzas en esta celebración matutina, así las podamos cantar plenamente, con la asamblea de tus santos, por toda la eternidad" (Oración, viernes II).

          La alabanza que brota de la fe: "Aumenta, Señor nuestra fe, para que la alabanza que sale de nuestros labios vaya siempre acompañada de frutos de vida eterna" (Oración, martes IV). 

Mn. Gerardo Soler

Liturgia viva. Liturgia de las Horas, 14-6-15

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