Tipus
Ayudando a vivir (Obispo Joan)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 01/01/2012
Fitxer audio: 

 Un camino para la paz

El periodista J. Cendón escribe: «En Somalia nada es lo que parece», y así se puede constatar mirando el informe de Confer, Justícia i Pau y Antena África Europa sobre el comercio de armas en la región del Cuerno de África. Ofrece una visión bien realista de por qué hay tanta miseria y hambre en aquellos países desconocidos que se empobrecen gracias al cuantioso tráfico de armas *nanciado desde Europa.

Cuando todavía resuenan los cantos de la Navidad y los buenos deseos que nos intercambiamos para el 2012, nos encontramos con el Mensaje del Papa para este primer día del año, Jornada Mundial de la Paz, que hace una referencia explícita al ataque contra los cristianos en Irak y presenta el sentido de la libertad religiosa y las diversas maneras en que esta modela la paz y sus experiencias. Es una reflexión sobre la paz, que es don de Dios y a la vez obra de los hombres y mujeres de buena voluntad y, sobre todo, de los creyentes. Cambiamos, pues, los «señores de la guerra» por los sueños y los intentos perseverantes en pro de la fraternidad de personas y pueblos.

Sabemos que uno de los hitos importantes de nuestro mundo tras la II Guerra Mundial fue la formulación, aprobación y promulgación de la Declaración Universal de los Derechos Humanos (1948), pero haría falta preocuparnos más por el flagrante aumento de los casos en qué se niega en la práctica la universalidad de estos derechos, desde planteamientos culturales, políticos, sociales y también religiosos.

Como se decía en la presentación del Mensaje mencionado: las llamadas de la Iglesia a la libertad religiosa se basan en la dignidad de las personas, y no sólo en una simple solicitud de reciprocidad por parte de una comunidad de creyentes dispuesta a respetar los derechos de otras comunidades a condición de que respeten los de los propios miembros.

Hace falta respetar los derechos de los demás porque es lo correcto; no a cambio de su equivalente o de un favor concedido. Y cuando otros sufren persecución debido a su fe y práctica religiosa, hace falta ofrecerlos compasión y solidaridad efectiva.

Es más, la libertad religiosa no es un derecho otorgado por el Estado sino que deriva de la ley natural y de la dignidad de la persona. Es necesario que el Estado y las otras instituciones públicas —recuerda Benedicto XVI— «la reconozcan como intrínseca a la persona humana, como elemento indispensable para su integridad y la paz». Porque la libertad religiosa no es sólo tolerancia del libre ejercicio del culto. La fe tiene una dimensión pública que otorga a los creyentes la oportunidad —y el deber— de contribuir en la construcción del orden social, y de hacerse presentes en la vida pública buscando favorecer un desarrollo integral.

En nuestro mundo globalizado, multiétnico y multiconfesional, una verdadera libertad religiosa será un factor importante de unidad y concordia, un recurso a tener en cuenta. Y el diálogo entre los seguidores de las diversas religiones será siempre un estímulo importante para colaborar en la promoción de la paz.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida