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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 12/08/2013
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Este año celebramos la fiesta de la Purísima en domingo y es una buena ocasión para dar gracias a Dios por la generosidad que ha demostrado con María y, en ella, con toda la humanidad, dignificada por esta iniciativa de Dios. María es una mujer que no vive del pasado, de una herencia corrompida, sino del futuro, de aquella etapa de posibilidades y bendiciones a la que todos estamos llamados: "nos destinó a ser adoptados como hijos suyos por medio de Jesucristo" (Ef 1).

Por este motivo, los cristianos somos servidores de esperanza... Una esperanza que es confianza en la fidelidad de Dios que cumple lo que promete, y que se apoya en la presencia permanente de Cristo y de su Espíritu en la Iglesia.

Cuando escuchamos: "Dios envió al ángel Gabriel..." estamos afirmando que Dios ha tomado la iniciativa ("El Espíritu Santo vendrá sobre ti... y por eso el que ha de nacer será santo y será llamado Hijo de Dios..., porque para Dios no hay nada imposible"). Es como un sacramento de la iniciativa de Dios en la historia, es el tiempo del Espíritu Santo, que también es el tiempo de la Iglesia en la que Él siempre tiene la iniciativa, aunque sirviéndose de mediaciones. I ante las iniciativas de Dios se requiere nuestra docilidad, porque Dios ha querido actuar en la historia mediante nuestra colaboración.

Pero una docilidad como la de María ("Soy la esclava del Señor") que no es inoperante o sin iniciativa propia. Está al servicio del proyecto de Dios pero cargada de creatividad, de iniciativas, de sacrificios, de dedicación. Como lo demuestra la inmediata visita para ayudar a su prima Isabel, un ejemplo de iniciativa y servicio. Y después, toda su maternidad con experiencias como el exilio y las preocupaciones para dar de comer, para educar... poniendo en acción sus capacidades.

Esta docilidad al Espíritu es un desafío a nuestras cualidades: Él nos llama a usarlas al máximo. Son dones recibidos que no podemos mantener dormidos y tenemos que ponerlos al servicio de su iniciativa fundamental para la inculturación del Evangelio: "Y la Palabra se hizo Carne" (Jn 1,14). Es una tarea difícil pero importante y siempre de actualidad, en la que hay dos pasos: Dios que interviene y los cristianos dóciles que se entregan al servicio pleno de las iniciativas del Espíritu en favor de la humanidad. Todos los esfuerzos que se hacen así bajo la potencia del Espíritu llevan con ellos la eficacia de la Encarnación.

Mirando a María, recibimos una gran lección de actividad pastoral esperanzada. Pidámosle que interceda por nosotros presentando al Padre Dios nuestro deseo de imitarla haciendo de nuestra vida una respuesta dócil a la iniciativa del Espíritu. 

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Pirirs Frígola,Obispo de Lleida