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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 04/12/2015
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En el Evangelio de Mateo Jesús nos llama a ser perfectos como lo es Dios, nuestro Padre, perfección que el evangelio de Lucas traduce por Misericordia.

Ya en el Antiguo Testamento hay un debate continuo entre el Israel pecador y rebelde y el Señor que lo ha elegido y le muestra su Misericordia, con la ternura de una madre o de un pastor que busca el rebaño perdido. Esta capacidad de piedad, que es más que perdón, parecería una debilidad por parte de Dios, pero es la verdad de la mirada del Creador sobre la criatura, la mirada de quien conoce el corazón del hombre, su debilidad y también su buena voluntad.

Es en Jesús donde descubriremos claramente lo que es la Misericordia. Él ha venido a salvar y no a juzgar. Lo afirmará más de una vez y escandalizará comiendo y bebiendo con publicanos y pecadores y prefiriendo a pobres y excluidos. Él no hace acepción de personas.

Conocemos el escándalo que provoca Jesús invitándose a comer a casa de Zaqueo, que reconoce haber malversado dinero en el ejercicio de sus funciones. Y la perplejidad del fariseo que lo había invitado cuando ve que Jesús acepta que se le acerque una pecadora pública y cuya actitud compara, además, con la de su anfitrión: "Le quedan perdonados sus muchos pecados porque muestra mucho amor. A quien poco se le perdona, poco amor muestra". Los mismos Apóstoles se sorprenden cuando Jesús, junto al pozo de Jacob, se pone a hablar durante bastante tiempo con una samaritana conocida por vivir en una situación más que irregular y a la que, incluso, hará confidencias revelándole que Él es el Mesías. Un diálogo tan significativo como aquella escena de la mujer adúltera a la que acaba animando: "Tampoco yo te condeno. Vete y en adelante no peques más". Incluso agonizando en la cruz, tendrá tiempo para mirar hacia un ladrón condenado justamente, y para decirle que le llevará con él: "Te lo aseguro: hoy estarás conmigo en el Paraíso".

Este aspecto del Corazón de Cristo es uno de los que tal vez nos cuesta más de entender pero es donde se manifiesta más profundamente el conocimiento que tiene de Dios y del hombre. "No saben lo que hacen" dirá pidiendo a su Padre que perdone a quienes lo torturan hasta la muerte.

Se comprende así lo que Jesús siente ante las multitudes que son para Él como ovejas sin pastor: "Venid a mí todos los que estáis fatigados y yo os aliviaré". Ha venido para que tengamos vida y en abundancia.

Pidamos al Señor que nos haga conocer este secreto de su Misericordia que es el fundamento de nuestra esperanza y de la alegría de sabernos queridos. Sigamos creciendo en el amor y en la confianza, aprendiendo a entrar en este amor misericordioso.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida