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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
Autoria
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Fecha publicación: 
Dom, 04/01/2012
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 Demos razón de la propia espeanza

 Todos tenemos necesidad de una esperanza sólida y fiable, sobre todo cuando miramos hacia el futuro. Bastará la ciencia, la técnica o la economía, la política para satisfacer todas nuestras aspiraciones? Jóvenes y menos jóvenes tenemos expectativas, ideales, sueños y proyectos.

 Al comenzar la Semana Santa, contemplando los acontecimientos y las reacciones de personas y personajes alrededor de Jesús, sería bueno plantearse algunas preguntas: ¿por qué el sufrimiento fruto de decisiones injustas? ¿Por qué el sufrimiento en sí mismo? ¿por qué la enfermedad y la muerte? ¿Qué hay después de la muerte? Y, si queréis, cosas más elementales y directas: viendo a Jesús, vivir y entregarse de aquella manera tan sorprendente, ¿cuál es el sentido de mi vida? ¿Cómo seguir afrontando experiencias que parecen insuperables: paro, dificultades en los estudios, problemas familiares, crisis de relaciones con los amigos o en la pareja, problemas generales asociados a la crisis económica y social actual, etc.? La pregunta de fondo continúa siendo la misma: ¿de qué manera seguir manteniendo viva la esperanza y encontrar la felicidad que todos necesitamos?

 Recordar y celebrar los acontecimientos de la Pasión. Muerte y Resurrección de Jesucristo como fundamento de la auténtica liberación y salvación de la humanidad, es hacer una llamada a la esperanza: estos acontecimientos anuncian que siguiendo las huellas de Jesús y reproduciendo sus actitudes llegaremos a superar toda clase de límites. Los cristianos sabemos que si no nos alimentamos del Cristo y no nos vamos identificando con El, como San Pablo, no podremos ni hablar de El, ni darle a conocer, ni hacerle amar por otros. Es necesario cultivar el amor al prójimo y esforzarse para ponernos personalmente con nuestras capacidades humanas (y profesionales) al servicio del bien común y de la verdad, siempre dispuestos a dar razón de la propia esperanza (1Pe 3,15).

 Este domingo de Ramos y de Pasión, presenta la totalidad del misterio pascual: Jesús, haciendo su entrada en Jerusalén montado en un borriquillo, se manifiesta como el REY MESIANICO, humilde y pacífico, anunciado por el profeta Zacarías, y es también EL SIERVO SUFRIENTE del libro de Isaías que ha puesto en Dios su esperanza y su fe. Jesús es aquel que siendo de condición divina ha tomado “la condición de siervo, aquel que se ha abajado haciéndose obediente hasta la muerte y una muerte de cruz y al que Dios ha elevado sobre todo”.

 Proclamamos que Aquel que ha sido abandonado por todos y traicionado por uno de sus enemigos, es verdaderamente: “El HIJO DEL HOMBRE, el Mesías, el hijo de Dios Bendito”; El, el crucificado entre dos ladrones, es “verdaderamente EL HIJO DE DIOS”; el que expira clavado en una cruz, es de verdad el puente de encuentro entre Dios y la humanidad.

 Contemplando hoy el rostro ultrajado y herido, sabremos decir como él:”Yo sé que no quedaré avergonzado (Is 50,7). Y proclamando hoy con el apóstol Pablo y la comunidad cristiana primitiva: “Jesucristo es SEÑOR”, nos comprometemos a seguir sus pasos (Filip 2,11). Y al escuchar hoy el relato de la Pasión, sabremos comulgar con El, hacer nuestra la fe del Centurión y llevar una vida que le sea conforme.

 Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

   + Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida