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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 09/21/2014
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El nuestro es siempre un tiempo vivo, el tiempo de Cristo Resucitado, el tiempo del Espíritu de Dios. Aquel Espíritu que, según el mismo Jesús, nos va llevando progresivamente hacia las realidades definitivas. Un tiempo siempre abierto a un futuro que debemos ayudar a construir "entre todos", con humildad pero con mucha confianza en Dios, con una esperanza activa y cargada de fe en el amor que Dios nos tiene y que hemos experimentado en Jesús.

El próximo jueves, día 25, los miembros de la Iglesia de Lleida volveremos a compartir nuestra identidad de enviados por Jesús a anunciar la Buena Noticia del Reino (Mt 28,19-20). Sin olvidar una precisión que el mismo Jesús hace en el Evangelio de Lucas: "yo os envío como corderos en medio de lobos" (Lc 10,3). Por ello, y al igual que el Padre envió a su Hijo, Él nos envía a cada uno de los bautizados sin ofrecernos más apoyo que la seguridad de su amor y la promesa de acompañarnos hasta el fin del mundo.

Nos lo ha recordado el Papa Francisco: "esta misión nos reclama una donación generosa, pero sería un error entenderla como una heroica tarea personal, ya que la obra es ante todo de Él, más allá de lo que podamos descubrir y entender. En toda la vida de la Iglesia debe manifestarse siempre que la iniciativa es de Dios, que Él nos ha amado primero (1Jn 4,19) y que es Dios quien hace crecer (1Cor 3,7). Esta convicción nos permite conservar la alegría en medio de una tarea tan exigente y desafiante que toma nuestra vida por completo. Nos lo pide todo, pero al mismo tiempo nos lo ofrece todo." (Evangelii Gaudium 12).

La Iglesia nacida de la Pascua debe continuar anunciando a Jesús, sabiendo que los destinatarios son hombres y mujeres que viven en un mundo y una realidad socio-cultural muy nueva, caracterizada por la fragmentación de los valores y un pluralismo que todo lo relativiza. Pero donde hay también tantas personas que buscan un sentido a la vida, abierto a una esperanza y una solidaridad que van más allá de los horizontes humanos. La tarea que los cristianos tenemos delante es anunciar la fe que profesamos y hacerlo de manera creíble a los demás. La esperanza cristiana nos orienta a construir con realismo el futuro posible y preparar el futuro definitivo. "Cada cristiano y cada comunidad discernirá cuál es el camino que el Señor le pide, pero todos estamos invitados a aceptar esta llamada: salir de la propia comodidad y atreverse a llegar a todas las periferias que necesitan la luz del Evangelio" (Evangelii Gaudium 20).

No son tiempos fáciles y los retos que se nos presentan son grandes, pero nunca ha sido fácil llevar la buena nueva a los pobres, anunciar a los cautivos la libertad y a los ciegos la luz, dar libertad a los oprimidos, proclamar el año de gracia del Señor (cfr Lc 4, 18-19). Por ello, es necesario intensificar nuestra calidad espiritual con frecuentes momentos de escucha gratuita del Señor. Es imposible hablar de Dios o de Jesús si no permanecemos en comunicación con Él; si no hablamos desde nuestra misma fe, nuestra propia vida, nuestra propia experiencia de Él.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo, 

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida