Queridos diocesanos:

Hace tiempo que no proponía este tema para vuestra consideración siendo muy importante para el desarrollo equilibrado de las relaciones personales y entre los pueblos. Lo hice en mayo del año 2019 y algunos de vosotros me agradecieron entonces la referencia ante una situación, y un problema, que tiene pocas alusiones en nuestra sociedad. Nos hemos acostumbrado a escuchar reclamaciones o reivindicaciones de muchos sectores sociales debido a la falta de trabajo, de atención médica o de una educación digna. Lo sentimos. Y también cuando comprobamos que algunos colectivos experimentan el rechazo o la exclusión por su piel, su etnia o su nivel cultural.

Sin minusvalorar otras dificultades y sufrimientos de tantos grupos, hoy quiero acotar esta preocupación y fijarme en la persecución que sufren personas y comunidades cristianas a lo largo y ancho del mundo precisamente por su fe en Jesucristo. Siento que de esto se hable poco en los medios de nuestro entorno o no se le dé excesiva importancia. El incendio y la destrucción de una iglesia o la matanza de un grupo de católicos en cualquier país, llámese Nigeria o Pakistán, no es motivo de alarma. O la prohibición expresa de manifestar públicamente la fe tampoco constituye un escándalo social en nuestros ambientes libres y democráticos tan propensos a levantar la voz ante cualquier deficiencia o carencia de servicios públicos. No me parece correcta la afirmación de que cada grupo defienda a “los suyos”. Es necesario que la persona esté siempre en el centro y la defensa de los derechos no es divisible según los gustos o intereses de grupo.

Sugiere el tratamiento de este gran asunto la lectura del Informe 2023 sobre LIBERTAD RELIGIOSA EN EL MUNDOque elabora la institución Ayuda a la Iglesia Necesitaday que ha hecho público hace unas semanas. Lo han presentado en un doble formato: un tomo de 952 páginas donde se describen los planteamientos, los criterios, las metodologías y las conclusiones del estudio al que acompaña un índice de países (más 150 con un estudio pormenorizado de cada uno); y un folleto llamado Resumen ejecutivo que puede ser manejado con facilidad y aporta mucha claridad para los interesados en esta cuestión. También para todos. Os aconsejo su lectura, no os defraudará. Está hecho el Informe con unos parámetros científicos que le dotan de una gran fiabilidad y sus autores tienen una larga experiencia puesto que llevan muchos años trabajando sobre esto.

Sólo pretendo con estas líneas despertar la curiosidad de los lectores sobre un estudio que a todos nos implica en sus efectos, nos ayuda a tomar conciencia de injusticias generales y nos alerta a no caer en el lamento constante sino trabajar cada uno, desde la responsabilidad que asuma en un lugar y en un tiempo determinado, evitando la proliferación de ataques a los Derechos Humanos, en concreto al derecho de la libertad religiosa.

En las primeras páginas del Resumen, tras una introducción y un prólogo, están sintetizadas las conclusiones principales, 17, divididas en tres categorías: roja que indica persecución, naranjaque indica discriminación, y “en observación” con preocupantes factores hacia una importante degradación de la libertad religiosa. Y se afirma “durante el período de este informe, la persecución se ha agudizado y concentrado, y ha aumentado la impunidad. Esto se ha manifestado en violaciones extremas del artículo 18 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de la ONU: el derecho a la libertad de pensamiento, conciencia y religión”.

Es comúnmente aceptado que el elenco de los derechos se inspira en textos evangélicos aunque su aprobación solemne se materializó en el siglo XX. Quiero decir que el mensaje de Jesucristo nos obliga mucho más a los católicos desde hace 2.000 años.

Con mi bendición y afecto.                                         +Salvador Giménez, obispo de Lleida.