El sábado 5 de febrero a las 12 del mediodía, la unidad pastoral de Sant Bartomeu de Alpicat y Virgen María de Montserrat de Lleida celebró su primer consejo parroquial conjunto, en sesión extraordinaria preparatoria de la fase diocesana de la XVI Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos.

 

Presidió el consejo su rector, Mn. Manel Mercadé y asistieron Mn. Joaquim Blas, nuestro seminarista, Joshua, y la mayoría de los miembros de los dos consejos parroquiales que conforman la unidad pastoral: Montserrat y Alpicat, a pesar de que algunos excusaron su asistencia por motivos diversos. A causa de estas ausencias, a la sala parroquial de Montserrat solo pudimos ser presentes 30 personas, el cual no impidió el correcto desarrollo de la sesión.

 

El encuentro se inició con una plegaria sàlmica dirigida por Anna de Dios, responsable de acompañar espiritualmente el grupo de experiencia cristiana de la parroquia de Montserrat. Seguidamente, Mn. Joaquim Blas nos encuadró teológicamente el trabajo a desarrollar, con una breve exposición de la vinculación esencial entre iglesia, parroquia y sinodalidad.

 

Después, todos juntos, fuimos intercambiando aportaciones para configurar la respuesta al cuestionario de la fase diocesana del sínodo. Hay que apuntar que el debate, a pesar de que se extendió durante casi dos horas, fue muy enriquecedor para todos los presentes y dejó patente la multiforme sensibilidad eclesial presente. A pesar de las diferencias, todos nos esforzamos en escuchar y exponer con claridad, brevedad y sinceridad, nuestra percepción de la pregunta que se planteaba.

 

Como fortaleza a potenciar, las dos parroquias estuvieron de acuerdo al afirmar el talante abierto y la creciente disposición de acogida en cada una de las comunidades, tanto de Alpicat como de Montserrat, donde gente de muchas sensibilidades y tendencias eclesiales se encuentra y participa. Entre los retos a afrontar, manifestamos la necesidad de comprometernos en la promoción de las vocaciones al presbiterado, un tema que, tal como constatamos unánimemente todos los presentes, tendría que estar en el coro de las preocupaciones de nuestra diócesis.

 

El encuentro cerró con una comida de trabajo, donde las secciones de cada consejo que se dedican a la misma tarea (economía, catequesis, obras y acompañamiento) pudieron compartir y unificar criterios y experiencias.

 

Un encuentro que quiso encarnar la sinodalidad, haciéndola bajar, como dice el número 27 del documento preparatorio del sínodo, desde el plan de la pura retórica al de la realidad. Solo así podremos conseguir una parroquia que viva, esté estructurada y configure sus iniciativas y procesos en la sinodalitat. Todo un reto, apasionando y alentador. Una fecunda jornada que a todos nos ilusiona repetir.