La historiadora Nuria-Montserrat Farré impartió el 21 de octubre una conferencia dentro del ciclo sobre la sinodalidad que organiza el IREL. Nuria-Montserrat explicó que "el origen de un sínodo era discernir ante un problema". "La convocatoria de una asamblea es una práctica habitual en el seno de la Iglesia", dijo. Farré destacó que sínodo significa etimológicamente "un camino recorrido juntos". “A lo largo de la historia los sínodos han sido empleados para discernir la voluntad de Dios, partiendo de la premisa de que la colectividad de los cristianos no se puede equivocar".

 

Farré recordó que el primer concilio de la historia, fue el Concilio Apostólico de Jerusalén (año 50 d.c.). Añadió que "la sinodalidad no es un simple proceso, es la forma en que vive la iglesia".

 

La ponente se refirió a la Iglesia primitiva para dejar clara la apuesta por la sinodalidad ya desde los inicios de la comunidad cristiana. Puso como ejemplo las posiciones de San Ignacio de Antioquía, de Cebriano de Cartago y de Juan Crisóstomo. Citando a este último, Farré destacó que "Iglesia es andar juntos". Y aclaró que ya en "aquella iglesia primitiva se llevan a cabo múltiples reuniones de obispos, siguiendo el estilo del Senado romano". La conferenciante explicó que la iglesia del primer milenio "es una iglesia policéntrica donde el poder se concentra en la pentarquia que forman Roma, Alejandría, Antioquía, Constantinopla, y Jerusalén".

 

"Ya en el siglo IV se conforman las provincias eclesiásticas, presididas por un metropolitano". Farré destacó que al 325 se celebra el Concilio de Nicea que pide que se celebren concilios provinciales dos veces en el año y que los obispos de una provincia elijan a los nuevos obispos. "Los Concilios provinciales son responsables de las decisiones estratégicas, deciden sobre temas morales y son instancia de apelación".

 

Con el paso del tiempo, según Farré, el mundo occidental se sentía alejado de la Iglesia oriental. "Después de la invasión de los bárbaros en Occidente los concilios habían sido nacionales". En un principio, según la ponente, los sacerdotes vivían alrededor de su Obispo, pero durante el siglo VI la comunicación de los presbíteros con el Obispo se hace más difícil".

 

El segundo milenio, según Farré, estará marcado por el crecimiento de la autoridad Papal, la entronización de Carlomagno y la ruptura con la Iglesia oriental. La ponente explicó que es en esta época cuando aparecen los cardenales. "Los cardenales empiezan a compartir funciones con los obispos y son vistos como parte del Pontificado". Farré destacó que en este momento "se abandona el concepto de comunión, por el de jerarquía".

 

A pesar de esto, la ponente recalcó que las órdenes religiosas siempre han sido más sinodales. En este sentido destacó la aparición de las órdenes mendicantes en los siglos XII y XIII. Nuria-Montserrat Farré explicó que en el siglo XV los concilios son para tratar la paz entre las naciones cristianas.

 

De hecho, la crisis de Aviñón, con tres candidatos al pontificado, se resolverá con el Concilio de Constanza (1414-1418). Cómo explicó Farré, otro concilio, el de Trento, 1545-1563, dio respuesta a la Reforma luterana y dio impulso a la celebración de concilios provinciales y diocesanos.

 

Haciendo un salto en el tiempo Farré explicó que "ya a mediados del siglo XIX, se convocó el Concilio Vaticano I (1869-1870) que establecerá la infalibilidad del Papa". "Se trata de un concilio de la Iglesia romana, es decir de Obispos". Finalmente, la ponente hizo un breve apunte del Concilio Vaticano II (1962-65). En este sentido, destacó que con el Vaticano II la Iglesia recupera la sinodalidad con la relevancia de las iglesias particulares, la creación de conferencias episcopales nacionales y de los consejos pastorales.

 

Farré destacó la apuesta por la sinolidad del Papa Francisco, con encíclicas dedicadas a los jóvenes o al medio ambiente. Añadió que la sinodalidad se demuestra con la "permeabilidad entre las estructuras eclesiales y las realidades políticas del momento". Para cerrar recalcó que "la sinodalidad está vinculada a la búsqueda de respuestas ante los desafíos pastorales".