Hemos acabado la semana de plegaria por la unión de los cristianos que hemos celebrado del 18 al 25 de enero. Un año más, desde todo el mundo, y con las mismas palabras que cuidadosamente han seleccionado desde Canadá, hemos intentado vivir esta deseo de unidad que el Padre nos pide en torno al Cristo, su Hijo. Ha sido un peregrinaje de iglesia en iglesia, dando testimonio de la fe que vivimos desde la diversidad, pero unidos en el Señor.
Mantenernos unidos en un mismo espíritu y un mismo pensamiento es lo que Pablo nos enseña en la primera Carta a los Corintios, de donde ha salido el lema de esta año: “¿Es que Cristo está dividido?
Si nuestro objetivo es por encima de todo la proclamación de la buena nueva, hemos compartido este mensaje con el mundo no siendo transmisores de división, sino entusiastas de la unidad que Cristo desea.
Hemos compartido estos días la plegaria y la palabra que salía del corazón de los protestantes, de los ortodoxos, y católicos en las iglesias de Bell-lloc, Virgen de Montserrat, San Lorenzo, Ebenecer, Baptista, Adventista, Virgen de los Pobres, celebrando el acto central en la parroquia de Santa Teresina del Niño Jesús, donde nos acompañó también un padre ortodoxo copto venido de Egipto, hoy entre nosotros.
Allí reflexionamos que, en nuestra diversidad cristiana, no hemos de vivir aislados o enfrentados los unos con los otros, sino invitados a reconocer nuestra interconexión con todos los que invocan el nombre del Señor Jesucristo, Señor de todos.
Agradeciendo al Señor el gozo de haber vivido una intensa Semana de plegaria por la unión de los cristianos, a pesar de nuestras comunidades divididas, desde el fondo de nuestro corazón y desde la fe que profesamos hemos contestado NO al lema de la Semana Ecuménica: “¿Es que Cristo está dividido?”.
Francesca Agustí i Farreny
Delegada de Ecumenismo y Diálogo Interreligioso