Joan Torrelles es un hermano marista que vive en la ciudad Coronel Oviedo (Paraguay), donde realiza su servicio pastoral en el ámbito de la educación desde hace 32 años, que está pasando en Cataluña un par de meses, visitando a la familia y los amigos. Pese a ello, ha encontrado un rato para visitar la Delegación de Misiones. 

Al llegar nos explica cuál es la situación del país, de las dificultades para abrirse en medio de dos gigantes como Brasil y Argentina, del talante de su gente y del carácter del pueblo guaraní. Poco a poco, nos deja ver cómo es su Misión, actualmente como profesor de la escuela Marista, después de haber realizado otras muchas funciones. Las relaciones humanas como prioridad en su vida, acoger, escuchar y acompañar la persona, especialmente los niños. Es lo que hace y lo que no ha dejado de hacer, desde el amor, porque para educar, hay que amar, ya lo decía el fundador de la familia marista, Marcelino Champagnat. 

De sus palabras y sus miradas se ve claramente que ama mucho a la gente del Paraguay y que aquella gente le aprecia mucho. Estar en medio de la gente, como uno más, compartiendo las pobrezas y las riquezas del día a día. Es así como se puede ser testigo. Y es este testimonio el que ha ganado a la gente. Y no sólo a Joan, sino al resto de la comunidad de hermanos, religiosas y laicos que ponen en común sus tesoros, al servicio de las personas.

 Le preguntamos si no tiene ganas ya de quedarse aquí, quizás preparar su jubilación, y nos contesta que aquí tiene de todo, y allí tiene la vida. Y así debe de ser, puesto que su risa nos transmite vitalidad, energía... y un punto de niño juguetón y travieso, que muchos envidiarían. 
Damos gracias por todo el bien que ha hecho el hermano Torrelles y todo lo que todavía puede hacer. 

Delegación de Misiones del Obispado de Lleida