Este Postgrado, se imparte en la Facultad de Comunicación de la Universidad Pontificia de Salamanca, durante dos veranos (las primeras quincenas de julio), con un trabajo personal a realizar durante el año, vía online. Está organizado por la Comisión Episcopal de Medios de Comunicación Social (CEMCI), que preside nuestro Sr. Obispo.

Con gozo, os comunico que he hecho este Postgrado, durante julio de 2011 y el pasado julio 2012, junto con otros sacerdotes, seminaristas y religiosos de diversas diócesis de España y África.

Me ha parecido muy

interesante adentrarme y conocer a fondo este mundo de los Medios de Comunicación Social (MCS). Las clases han sido muy variadas. Por un lado unas de carácter práctico, tales como hablar ante una cámara de TV, en un estudio de radio, analizar unas mismas noticias tratadas por diferentes diarios de diversas tendencias, hacer entrevistas y elaborar noticias para diarios, así como trabajos relacionados con internet y sobre cómo está cambiando la manera de comunicarnos.

Y por otro, desde el punto de vista eclesial, como debemos relacionarnos con los MCS, remarcando que no debemos tener miedo y que debemos estar presentes con profesionalidad, siendo, tal como nos pide Jesús, sencillos como palomas y astutos como serpientes.

La Iglesia desde siempre ha mostrado un gran interés por los MCS, no como simples canales por donde hacer pasar información, sino que a grandes rasgos, se les ve como el areópago de los tiempos modernos, ese espacio de diálogo con el mundo, donde la Iglesia encuentra un excelente apoyo para difundir el Evangelio, los valores religiosos, la cooperación ecuménica e interreligiosa, así como para defender los principios indispensables para construir una sociedad que respete la dignidad de la persona humana y el bien común.

En palabras del Papa Juan Pablo II, son como una respuesta al mandato de Jesús: "id por todo el mundo y predicad el Evangelio a toda la humanidad" (Mc 16, 15).

También se vislumbra el peligro que existe de quedar deslumbrados y esclavizados por el aspecto técnico (que es del todo necesario) y las muchas posibilidades que se nos ofrecen a través de las nuevas tecnologías, en detrimento del aspecto humano, la profesionalidad, el respeto y la elegancia.

Es un reto bien apasionante, en que todos estamos implicados.

P. Daniel Gómez