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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 11/02/2014
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Esta conocida afirmación de Saint-Exupery es una llamada a mirar hacia dentro, a ver la luz y la belleza escondida en tantos corazones. Cuando juzgamos por apariencias y superficialmente, vivimos con ansiedad y fácilmente perdemos la paz. Pero Jesús hablaba del "Padre que ve en lo escondido..." La mirada del Señor de la Vida es profunda y en estos días que hacemos memoria de manera especial de nuestros antepasados hay que tenerlo presente. Son celebraciones, sobre todo, de agradecimiento, viendo como un regalo la vida de todos aquellos hermanos y hermanas nuestros que ya han llegado a la Casa del Padre.

Hay muchas personas que viven inquietas y obsesionadas por el futuro como aquellos que preguntaban a Jesús: "¿Maestro, cuándo pasará todo esto?, ¿y cuál será la señal de que está por suceder?" (Lc 21,7). Pero es mejor ir construyendo el presente, de manera responsable y fiándonos del Resucitado que nos dice que a Dios le interesa todo lo que nosotros vivimos, hasta lo más insignificante: «no se perderá ni uno solo de vuestros cabellos" (Lc 21,18). El mismo Jesús nos enseña a dar un salto de confianza, cuando parece que Dios se esconde, que está ausente o que no existe. Es bueno aprender a confiar y a abandonarnos en sus manos. Dios nos conoce mejor que nadie y siempre sacará lo mejor de cada situación. Nos dará su Espíritu, estará con nosotros y dinamizará nuestro caminar.

El Apocalipsis, antes de desarrollar la visión grandiosa de lo que "está para llegar", comienza así: "Yo, Juan, vi"... Y el conjunto de este libro de la Biblia, muestra que todo termina en un canto triunfal en honor de Dios y de aquel que ha vencido la muerte, el Cordero inmolado, de pie, resucitado, en medio de un pueblo también de pie (Ap 7, 9-12). Así se desvela el futuro hacia el cual caminamos.

Es verdad que nos rodea un ambiente de poca alegría y esperanza. "El gran riesgo del mundo actual, con su múltiple y abrumadora oferta de consumo, es una tristeza individualista que brota del corazón cómodo y avaro, de la búsqueda enfermiza de placeres superficiales, de la conciencia aislada. Los creyentes también corren este riesgo, cierto y permanente. Muchos caen y se convierten en seres resentidos, quejosos, sin vida. Ésta no es la opción de una vida digna y plena, éste no es el deseo de Dios para nosotros, ésta no es la vida en el Espíritu que brota del corazón de Cristo resucitado" (Evangelii Gaudium 2). Pero Jesús pedía también perseverar: "¡Con vuestra perseverancia salvaréis la vida!" (Lc 21,19). Se trata de perseverar en lo importante, en el amor, en la generosidad, en la escucha de la Palabra.

Dios quiere que nos mantengamos firmes, como María al pie de la cruz. Y la única solución es "renovar el encuentro personal con Jesucristo o, al menos, tomar la decisión de dejarse encontrar por Él, de intentarlo cada día sin parar. Él nos permite levantar la cabeza y volver a empezar. No huyamos de la resurrección de Jesús, no nos declaremos nunca muertos, pase lo que pase. ¡Que nada pueda más que su vida que nos lanza hacia adelante! "(EVG 3).

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo, 

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida