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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 12/21/2014
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Navidad es sin duda la fiesta más celebrada en todo el mundo, incluso para los no creyentes, y a los cristianos se nos pide dejar claro su verdadero significado: haber llegado a ser para siempre hijos de Dios, saber con certeza que somos "amados por Él". Un gozo interior que hay que saborear y comunicar.

El nacimiento de Jesús es explicado por san Lucas con toda simplicidad, aunque es lo más grande de la historia humana porque ha llegado al mundo la salvación, "el admirable intercambio", dice san León Magno. Y en el texto bíblico leemos: "Os traigo una buena noticia que será motivo de gran alegría para todos: llevará a todo el pueblo una gran alegría: hoy, en la ciudad de David, os ha nacido un Salvador, que es el Mesías, el Señor".

Si tuviera que sintetizar mis sentimientos en esta 7ª Navidad que celebro con la Iglesia de Lleida, respirando fraternidad y la cercanía solidaria de tantos, la palabra sería ‘agradecimiento'. He encontrado muchas personas con la suficiente sensibilidad para entender la vida-como-relación, capaces de vivir abiertos a los demás, sin caer en la tentación de vivir aislados "porque bastante tienen con lo de casa".

Y es que celebrar el misterio de la Encarnación de Jesús, Hijo de Dios, supone siempre un compromiso para el bien común, un compromiso solidario que ayude a reformar las situaciones injustas. No basta el intento aislado de cada uno para ser fiel, generoso, justo. Hay que desarrollar actitudes comunitarias que contagien y provoquen una novedad social. Si celebramos agradecidos que Dios ha venido a nosotros y se ha hecho uno de nosotros, la alternativa creyente será siempre abandonar a veces caminos "seguros" y atreverse a emprender, con audacia e imaginación, caminos nuevos aunque parezcan inciertos, para que cada día más personas tengan la posibilidad de disfrutar del gozo de la fe y el amor compartidos. El seguimiento de Jesús en la donación de sí mismo no puede hacerse sin salir de uno mismo, sin querer vivir con seriedad y alegría la fe y el amor que nos lleva a hacernos servidores unos de otros.

Esto supone una auténtica conversión como hemos meditado en la liturgia de adviento con textos de Isaías: "Se alzan los valles, y se rebajan los montes y las colinas". El profeta nos dice que hay que convertir las "lanzas", armas de guerra, "en arados y hoces para trabajar la tierra". Este sueño se puede traducir en el compromiso de transformar la realidad de acuerdo con el proyecto de Dios, contribuyendo a la existencia de una verdadera comunión entre las personas y los pueblos.

Por ello, el Papa Francisco en la Exhortación "La alegría del Evangelio" (cf. 21. 25. 45) pide que nos constituyamos en un "estado permanente de misión", y nos invita "a ser audaces y creativos"no renunciando al bien posible, aunque corramos el riesgo de ensuciarnos con el barro del camino. Y dice que la clave será siempre "salir de sí mismo", vivir la dinámica del éxodo y del don, buscando el bien de los demás, comunicando el bien, abriéndonos, acogiendo, entrando en diálogo y comunión.

MUY FELIZ NAVIDAD A CADA UNO.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida