Tipus
Ayudando a vivir (Obispo Joan)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 02/09/2014
Fitxer audio: 

Manos Unidas nos vuelve a poner ante los ojos una realidad que conocemos bien y en la que debemos seguir sintiéndonos implicados: el hambre en nuestro mundo es más que evidente y debe preocuparnos esta realidad que, en algunos países, se va haciendo crónica y deshumanizadora.

La campaña 2014 nos llama a construir "un mundo nuevo", añadiendo "proyecto común", una especificación que puede resultar muy familiar en nuestra Iglesia Diocesana que está procurando anunciar el Evangelio y servir a los hermanos teniendo como referente permanente el lema "entre todos y para el bien de todos": proyecto común, complementariedad y trabajo en red. Es una buena manera de contribuir a hacer que nuestro mundo pase de condiciones menos humanas a condiciones más humanas, para cada uno y para todos (cfr. Populorum Progressio 20-21). Con estas palabras tan precisas concretaba Pablo VI lo que él llamaba el verdadero desarrollo y para el que, decía, no bastan personas técnicas sino también pensadores de reflexión profunda que busquen un humanismo nuevo, que permita al hombre moderno encontrarse a sí mismo, asumiendo los valores superiores del amor, de la amistad, de la oración y de la contemplación.

Es evidente que, aún hoy, hay que contribuir más y más a la promoción del bien común y el desarrollo de condiciones de vida más humanas donde todo el mundo sienta respetada su dignidad y pueda disfrutar de lo necesario, material y moralmente hablando. Y hay que seguir denunciando como menos humanas aquellas condiciones de vida que privan a las personas de los mínimos para poder vivir con cierta dignidad, también material y moral. Esto nos pide también luchar contra las causas que lo impiden: el egoísmo de personas y estructuras abusivas e injustas.

Existe, además, una cuestión que hace aumentar la injusticia en las relaciones: establecer la competitividad como norma de progreso y de crecimiento.

Si la fuerza que mueve la actuación es, sobre todo, la competitividad y el provecho, no puede haber mundo nuevo ni proyecto común. Porque son planteamientos que nos impedirán siempre ser solidarios de verdad y nos hacen mirar al otro -persona, pueblo o país- como algo de quien se puede sacar partido, del que uno puede aprovecharse. Las personas pasan así a ser consideradas, preferentemente, instrumentos para conseguir algo. De aquí a la explotación de la gente hay un paso muy corto: la convivencia se establecerá sobre relaciones de fuerza y de poder y los más débiles siempre estarán condenados a perder, y aumentarán los excluidos. Así desaparece la lógica de la gratuidad en favor del oportunismo y el consumo. Es lo contrario al humanismo integral porque estimula el individualismo y no el sentido de comunidad y fraternidad que es lo que hace considerar a todos como sujeto de derechos (y deberes) con la misma dignidad. Todos llamados por Dios -como tú y yo- a participar del banquete de la vida. Claro que también para ello habrá que despertar la conciencia religiosa de personas y pueblos.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida