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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
Autoria
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Fecha publicación: 
Dom, 01/11/2015
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El itinerario de Jesús es sorprendente: después de su manifestación a los "pobres" en la persona de los pastores de Belén (Navidad); después de su manifestación a los paganos en la persona de los Magos venidos de Oriente (Epifanía); celebramos hoy la manifestación del Jesús adulto como "Hijo amado" del Padre, cuando es bautizado por Juan en las aguas del Jordán, y la presentación de su misión y de la calidad de su seguimiento que, ciertamente, no son "cosas de niños". Las primeras generaciones cristianas tenían muy claro lo que había sido Jesús y lo resumían así: "Dios le ungió con el Espíritu Santo y con poder; pasó haciendo el bien y curando a todos los oprimidos por el diablo, porque Dios estaba con él" (Hech 10,38).

Después de tres decenios de silencio en Nazaret, su Bautismo señala el comienzo de su vida pública, mezclándose con los pecadores que van a hacerse bautizar por Juan en el río Jordán. Jesús comienza a revelar el verdadero rostro de Dios, rico en misericordia. Gestos como éste irán multiplicándose en su vida y lo veremos a menudo compartiendo conversaciones y mesa con personas de conducta más que discutible, sin hacer caso de los que lo criticaban.

Aunque muchas personas no viven como Dios quiere, Jesús se solidariza con ellas, especialmente cuando toman conciencia de su situación y deciden cambiar. En la orilla del río Jordán, la gente está manifestando su voluntad de vivir de otra manera, y allí está Jesús sometiéndose él también al rito del bautismo como expresión de un compromiso de amor a la humanidad que le llevará a entregar su propia vida para que este cambio sea posible.

En este domingo, pues, se trata fundamentalmente de celebrar la manifestación de la persona y la misión de Jesús, acreditado expresamente por Dios. Todo lo que el pueblo esperaba y todo lo que Jesús hizo y la Iglesia cree y anuncia está incluido en esta proclamación del Jordán: es presentado como el hombre lleno del Espíritu que debe manifestar y comunicar al Dios Padre amoroso, que le señala como Hijo amado y predilecto. Durante el resto de los domingos del año iremos escuchando su Palabra para seguir su camino.

Y como este camino es una manera de entender la vida que los cristianos debemos seguir haciendo presente, también nosotros hemos recibido el Espíritu de Dios para manifestar y realizar el amor de Dios. Esto es lo que significó nuestro bautismo y confirmación. ¿Cómo seguimos este camino? ¿Cómo lo vivimos? ¿Qué espíritu nos anima hoy a los seguidores de Jesús? ¿Cuál es la pasión que nos mueve como Iglesia? ¿Cuál es la calidad espiritual que hace vivir y actuar a nuestras comunidades?

Uno de los dos objetivos prioritarios de nuestra iglesia diocesana para este año es precisamente: “alimentar la alegría de la fe, manifestada en la esperanza y realizada en la caridad”. Sabemos muy bien que la fe cristiana nace de y en "la experiencia" del encuentro personal con Jesucristo y, por ello, es imprescindible reavivar este encuentro, como nos pide el Papa Francisco (Evangelii gaudium 3).

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida