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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 03/03/2013
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La Jornada de Hispanoamérica es una cita anual en nuestras Iglesias desde 1959 y este año lleva como lema "América, puerta abierta a la misión".

Hace 15 años, el beato Juan Pablo II nos pedía "proclamar con gozo y fe firme que Dios es comunión y que esta comunión, existente en la Iglesia y esencial a su naturaleza, hay que manifestarla mediante signos concretos" (Ecclesia in America, 33). Un gesto muy concreto y visible es la cooperación entre nuestras Iglesias diocesanas y las de América Latina, en una y otra dirección. Nunca lo agradeceremos bastante porque estas experiencias misioneras de personas laicas y consagradas o de los sacerdotes, dejando el propio país para cooperar con otras iglesias más necesitadas, es el mejor indicador de la vitalidad de la fe de las comunidades cristianas: un intercambio que, además, enriquece a las mismas comunidades que les envían o reciben y que nos ayuda a tener una visión más universal de la Iglesia.

Quienes creemos en el Dios de Jesús, intentamos organizarnos la vida desde Él con una forma de seguimiento que nos hace vivir claramente preocupados y comprometidos en la construcción progresiva de este "sueño de Dios" que el evangelio llama "Reino". Pero este seguimiento no se puede vivir sólo en la pura interioridad sino en la historia (lo contrario es espiritualismo) y encarnándose en las situaciones, con una mirada atenta para vislumbrar hacia dónde van las cosas. Una "lectura creyente" (decimos ahora) que tenemos que hacer con agilidad mental para asimilar la realidad cambiante, sin añoranzas nostálgicas del pasado y con una arriesgada confianza en el futuro.

Pues bien, a pesar de las contradicciones y ambigüedades existentes, podríamos decir que en nuestra sociedad hay un profundo anhelo de fraternidad sin fronteras. Y como toda la vida eclesial está determinada por la misión, es urgente el testimonio de personas y comunidades que ponen de manifiesto que su fe y la participación en la comunión trinitaria les lleva a transformar las relaciones humanas al modo de Jesús, que no ha buscado nunca su propio beneficio (Filip 2,11ss).

Repetimos mucho que, en un mundo secular, debemos vivir centrados en "lo esencial" presentando esa dimensión trascendente de la persona humana que nosotros mismos hemos podido experimentar gracias a Jesús de Nazaret. Es esto lo que debe manifestarse en nuestras vidas con un tipo de convivencia en el que la acogida y la atención recíproca nos hagan superar diferencias, aislamientos y marginaciones. Es una buena manera de hacer ver la presencia solidaria y compasiva de Dios en este mundo.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida