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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 01/05/2014
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Empezamos este año nuestras reflexiones dominicales a las puertas de la solemnidad de la Epifanía, que es la "manifestación" de Jesús a los paganos en la figura de aquellos tres personajes llegados del lejano Oriente y que ha dado pie a tan variadas celebraciones en nuestras comunidades y en nuestras calles. Todas ellas con un denominador común muy interesante: una fiesta asociada a la idea de regalo y de ilusión compartida por grandes y pequeños. Y es que Jesús ha sido el mayor regalo de Dios a nuestra humanidad.

Ciertamente en la actualidad, nuestras realidades culturales, sociales y eclesiales son muy complejas y, a veces, ambiguas, pero éste es nuestro presente. Y es el tiempo oportuno en el que los cristianos estamos llamados a manifestar la fe en Jesucristo "luz del mundo", intentando promover una adhesión global a su persona y haciendo presente el Evangelio y su fuerza humanizadora. Y no debemos hacerlo sólo criticando o lamentándonos, o aún menos de manera prepotente como quienes han de enseñar a los demás (que siempre y únicamente deben aprender), sino compartiendo la experiencia de haber encontrado a Jesús y todo lo que este hecho ha aportado a nuestras vidas. Esto nos pide superar la anemia de nuestro catolicismo y sus inercias, y más ante los grandes interrogantes de los nuevos escenarios.

Hay quien ha comparado nuestra situación con la necesidad de desatascar desagües: cuando en nuestras calles hay desagües atascados, la lluvia forma charcos y así permanece hasta que descubre una rendija por donde circular... Sería bueno identificar los posibles atascos en nuestro vivir cristiano que están dificultando la circulación de nuestro testimonio, la manifestación libre y explícita de nuestra fe y de nuestra pertenencia eclesial.

Como afirma expresamente el Mensaje final del Sínodo sobre la Evangelización (2012), para evangelizar hay que tener personas y comunidades evangelizadas, y hace una llamada a nuestra conversión porque la debilidad de los discípulos de Jesús pesa sobre la credibilidad de la misión. Conscientes del hecho de que el Señor es el guía de la historia y que, por tanto, el mal no tendrá la última palabra, los obispos invitan a los cristianos a vencer el miedo con la fe ya mirar el mundo con serenidad y coraje porque, a pesar de sus contradicciones y retos, sigue siendo el mundo que Dios ama. Por tanto, nada de pesimismo: la globalización, la secularización y los nuevos escenarios de la sociedad, las migraciones, con sus dificultades y sufrimientos, deben ser oportunidad de evangelización. Porque no se trata de encontrar nuevas estrategias para difundir el Evangelio como un producto de mercado, sino de redescubrir los modos con los que las personas se acercan a Jesús.

Nuestra esperanza es 'certeza' fundada sobre la promesa de Dios que nos asegura que la historia se orienta hacia “un cielo nuevo y una tierra nueva" (Apoc 21,1). Esta certeza es la que nos ha de quemar por dentro y sostener nuestro testimonio en la Iglesia y en el mundo. 

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida