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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 03/31/2013
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Visitando misioneros en Honduras, pude ser testigo de cómo trabajaban el tema de la "no violencia" con niños de la calle, educando al buen entendimiento entre diferentes e incluso entre contrarios.

Cordialmente agradecido, recordé el gesto de Jesús Resucitado que nunca quiso que se rompieran los vínculos de amistad y fraternidad entre Él y sus discípulos y, pese a su traición, los busca y les ofrece incondicionalmente "la paz" (Shalom): una paz que conlleva benevolencia y misericordia.

Ahora que volvemos a actualizar la Pascua de Jesús, pienso que todos haríamos muy bien profundizando en esta actitud de la no violencia activa que alguien ha calificado de "perdón ilustrado".

Pero para una adecuada relación interpersonal pacífica y pacificadora hay que reconocer la dignidad del otro, con sus contradicciones y límites, y sintonizar con él acercándose a él para entender en alguna medida su punto de vista. Si alimentamos relaciones violentas e intolerancias (¿justicieras?) no construiremos nunca convivencia fraterna sino que crearemos muros de separación y agresividades.

Jesús nos pide ser misericordiosos "como vuestro Padre celestial es misericordioso" (Lc 6,36), y la comprensión que él mismo demostró ante la debilidad humana es un referente necesario para sus seguidores. Una comprensión que llega a su punto culminante al morir perdonando e implorando el perdón para sus verdugos "porque no saben lo que hacen" (Lc 23,34). Y Dios, resucitándolo, ratifica su camino como el que la humanidad tendrá que recurrir para quedar abierta a la vida.

Si queremos garantizar unas relaciones verdaderamente humanas, debemos aprender a acoger, transmitir y practicar la misericordia en la vida diaria. Hay que saber disculpar con benevolencia, perdonar con magnanimidad, comprender y deshacer los agravios que se van acumulando en la experiencia personal, familiar o comunitaria.

¿Por qué no dar a las personas "una nueva oportunidad"?... ("Setenta veces siete"). ¿Cuántas veces tú mismo no has experimentado la gracia de sentirte acogido y perdonado por Dios?

Los cristianos tenemos por vocación el encargo de crear una atmósfera de misericordia que cure las relaciones y la mutua desconfianza fortaleciendo la cohesión social. Necesitamos una misericordia "activa" porque Jesús sigue diciéndonos: "Lo que hagáis con cualquiera de mis hermanos más pequeños, lo estáis haciendo conmigo mismo".

Favorezcamos esta cultura evangélica sin miedo a perder prestigio ante aquellos excesivamente críticos. "El que esté limpio que tire la primera piedra".

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida