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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Dom, 11/22/2015
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LOS CRISTIANOS SE PREPARAN PARA LA NAVIDAD

Desde una mentalidad de fe la fiesta cristiana de este domingo, Jesucristo, Rey del Universo, no resulta chocante ni tiene connotaciones políticas como se nos presenta en la actualidad. Es un título que aparece en el Antiguo Testamento y quería designar a Dios en el punto más alto de una posible pirámide humana de población. El más importante, el que ejercía más poder, el que poseía la gloria popular se le llamaba rey o príncipe como queriendo indicar la primacía en todos los niveles. Y así era considerado en la realidad de cualquier sociedad. Y, por supuesto, Dios aparece en el punto más alto en su relación con los hombres.

En el Nuevo Testamento se le aplica a Jesucristo. Todos recordáis algunas frases que anuncian su nacimiento, la pregunta formulada por Poncio Pilato o la inscripción en la cruz señalando la personalidad del ajusticiado. Al concepto rey le corresponde el nombre de la sociedad que dirige y orienta: el reino. Y todos sabemos que Jesús vino a anunciar el Reino de Dios y propuso un sinfín de ejemplos y parábolas para que todos entendieran a qué se refería. No resultó fácil; los mismos Apóstoles, tras muchas horas de escucha, todavía confundían el tipo de reino que Jesús anunciaba. Hemos descubierto que se trataba de un Reino universal y eterno: Reino de verdad y de vida, Reino de santidad y de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz. Cualquier reino está habitado por unos súbditos quienes, en el caso que nos ocupa, somos nosotros no como servidores de un ser que manda sin escrúpulos sino como amigos del Señor. Es un regalo pertenecer y ser responsables de este Reino que, con su gracia, edificamos, construimos, habitamos y anunciamos a nuestros coetáneos.      

Con la fiesta de la realeza de Cristo la Iglesia termina el año. El próximo domingo empezamos de nuevo el año con la preparación de la venida de Jesucristo como el Mesías de Dios anunciado por los profetas y esperado por todo el pueblo de Israel.

Llamamos los cristianos a este tiempo de preparación Adviento. Son cuatro semanas en las que nuestras comunidades se esfuerzan en escuchar con intensa atención la Palabra de Dios, en celebrar con mayor esperanza los sacramentos y en disponer nuestro corazón para que la presencia de Jesús lo encuentre bien dispuesto a compartir nuestros bienes, a amar a todos sin exclusiones y hacer realidad en el marco de esta sociedad las promesas mesiánicas basadas en el derecho, en la justicia y en la paz. Aquí tenemos un campo enorme para su desarrollo en lo que afecta a muchos hermanos nuestros: los refugiados, los inmigrantes, los excluidos, los sin techo, los enfermos no atendidos, las víctimas de la guerra y del terrorismo, los ancianos y los niños abandonados.

El Nacimiento del Señor nos exige un cambio de corazón. Y en ocasiones no resulta fácil llevarlo a cabo. Por ello nos hace falta los días de preparación para conformar nuestro interior a las exigencias navideñas. Todos los aspectos exteriores: luces, música, regalos y comidas no pueden llenar nuestras aspiraciones personales o las ansias de cambio. Son pequeños puntos que nos recuerdan la época del año en que vivimos y ahí acaba todo. Los cristianos nos pedimos mucho más para que esa virtud tan repetida durante estos días, la esperanza, tenga su plenitud. Además os quiero dar un consejo para este tiempo del Adviento: la lectura pausada y atenta de un profeta del Antiguo Testamento. Os ayudará en vuestra reflexión. Durante el año se proclamará en las Eucaristías dominicales el evangelio de san Lucas, llamado también el de la ternura y la misericordia de Dios. Meditad con detención su contenido. Os acercará con el estilo de Cristo a la realidad de vuestros hermanos.

                                                           +Salvador Giménez

obispo de Lleida.