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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 09/14/2014
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La fe cristiana (creer en Jesucristo) es algo que recibimos de otros y que nos comunicamos unos a otros siguiendo el mandato explícito del mismo Jesús. Su contenido ilumina todo lo auténticamente humano y nos ayuda a afrontar los desafíos de la vida personal y colectiva de la humanidad.

Una característica del mundo actual es la diversidad de dinamismos que contribuyen a su globalización: hoy todo se universaliza y hay una interdependencia cada vez mayor. Y nosotros sabemos que en el Evangelio hay una dinámica de amor, de unidad, de fraternidad universal que puede iluminar este proceso y discernir sus valores para que puedan transformar beneficiosamente la realidad. Las precisiones del Evangelio a propósito de la justicia, de la preferencia por los más frágiles, de la dignidad de toda persona, del Bien Común, pueden tener un peso especial ante tantas insatisfacciones que la evolución de nuestro mundo provoca.

Las cuestiones que se plantean en nuestros días en diversos lugares son importantes: la aspiración universal a la paz, una mayor justicia, el deseo de un Medio Ambiente sano y habitable, etc. A veces encontramos también personas que parecen desentenderse de las cuestiones fundamentales: amistad, familia, principios morales... y, a la vez, viven en busca de sentido dejándose llevar por valores y absolutos de sustitución. Para nosotros han de ser oportunidades para la evangelización. El Evangelio y la experiencia que éste aporta sobre la vida humana puede ser una fuente de inspiración y de esperanza para ir avanzando en la búsqueda de respuestas y soluciones.

Naturalmente, la evangelización no debe consistir fundamentalmente en afirmar deberes o en consolidar prácticas religiosas sino en acompañar procesos y hacer propuestas, creando ocasiones para que las personas puedan responder libre y responsablemente a Dios. Propuestas que deberán ser acompañadas necesariamente del testimonio de personas y comunidades que lo viven y lo hacen ver con sus obras.

Esto nos pide a los cristianos dedicar momentos y ocasiones de profundización a la luz de la Palabra de Dios, de oración personal y comunitaria, de escucha y de confrontación recíproca, para ayudarnos a mantener la necesaria calidad evangélica y evangelizadora que estamos llamados a vivir. Necesitamos mantener un ejercicio de discernimiento que nos haga poner en el centro de nuestra acción eclesial lo que Dios nos va haciendo ver como más esencial en la tarea de la transmisión de la fe y de la iniciación cristiana.

Los cristianos tenemos el convencimiento de que el mensaje de Jesús, del que somos portadores, es profundamente liberador en cualquier situación. Ahora que empezamos un nuevo curso pastoral tenemos una nueva ocasión para repensar las cuestiones fundamentales y acertar a ser más y mejor “sal y luz”. Tendremos que reconocer nuestras limitaciones con humildad, pero seguiremos escuchando con claridad las palabras exigentes de Jesús: "Si la sal pierde su sabor, ¿con qué se salará?" (Mt 5, 13).

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo, 

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida