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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 07/20/2014
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El devenir del Mundial de Futbol es una oportunidad para la reflexión sobre la responsabilidad social dentro y fuera del terreno de juego, como recordaba el Papa Francisco hace unos meses a equipos italianos. Decía: Hoy el fútbol mueve un gran volumen de negocios, por la publicidad, la televisión, etcétera. Pero el factor económico no debe prevalecer sobre el deportivo porque corre el peligro de contaminar todo tanto a nivel internacional como nacional.

Doy por supuesto que la gran mayoría de las personas relacionadas con el deporte en todas sus facetas quiere hacer las cosas de manera adecuada, pero todos sabemos que hay enfoques o prácticas discutibles. Los deportistas, sobre todo los considerados ‘de elite’, son centro de atención y admiración para gran cantidad de personas, principalmente jóvenes, y su manera de comportarse tiene mucha resonancia y gran impacto social. La dimensión ética es, pues, particularmente importante aquí para formar opiniones y valores. Deberían tenerlo muy en cuenta todos: futbolistas y entrenadores, dirigentes y ejecutivos, consejos de administración y propietarios, sin olvidar a los espectadores y a los medios de comunicación.

Es necesario asumir la realidad del deporte con una actitud fundamentalmente positiva y estimulante, procurando que, gracias a su práctica, las personas se hagan de veras mejores, es decir, más maduras, más conscientes de la dignidad de su humanidad, más responsables, más abiertos a los demás. El deporte está llamado a servir a la dignidad humana, ayudando a vivir bien y a actuar como personas en comunidad. Puede y debe contribuir a promover la felicidad del ser humano.

Es de justicia reconocer sus bondades: facilita la participación, beneficiando así a la sociedad y promoviendo un desarrollo humano respetuoso y educativo en diferentes ámbitos, y en muchas etapas de la vida; es instrumento educativo normal en los colegios y puede usarse para construir y apoyar a la comunidad humana; puede favorecer la comunión entre las personas, buscando el bienestar y la realización dentro del respeto al bien común de todos.

Desgraciadamente también puede usarse para menoscabar el bien integral de las personas alienándolas, arrastrándolas hacia valores falsos y destructivos; favoreciendo la hostilidad y el conflicto; creando la mentalidad de «nosotros» contra «ellos»; ridiculizando a los adversarios o creando tensiones y sospechas; explotando a muchos en provecho de unos pocos o poniendo el lucro por encima de las personas.

El principio ético fundamental es que la persona y la comunidad humana son el fin y la medida de las cosas y el deporte debería promoverse y practicarse con vistas a su desarrollo integral. El futbol tiene un inmenso poder, pero es y seguirá siendo sólo un medio, una herramienta de la que se puede hacer buen o mal uso. A nosotros corresponde elegir. I no siempre resulta evidente cómo aplicar los principios éticos en ciertos casos; hace falta reflexión, discusión y diálogo para estar atentos a los falsos dioses e ídolos de nuestro tiempo.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida