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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 12/28/2014
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En una de sus homilías, el Papa Francisco decía que la fuerza y la carga de humanidad que hay en una familiaes incalculable: la ayuda mutua, la educación de los hijos, las relaciones que maduran a medida que crecen las personas, las alegrías y las dificultades compartidas.

Este domingo tenemos una buena ocasión para reavivar el convencimiento de que el amor de Jesús, que ha bendecido y consagrado la unión de los esposos, es capaz de mantener y renovar ese amor y la alegría de caminar juntos en este viaje comprometido, a veces difícil y complicado, que es la vida.

Ciertamente no podemos ignorar la situación compleja de la sociedad y las dificultades sociales y culturales que hoy pesan sobre la vida matrimonial y familiar, en un mundo de desigualdad y de injusticia social, de consumismo para algunos y de pobreza para muchos. Pero es también motivo de alegría el testimonio de los numerosos matrimonios y familias cristianas que viven felizmente. En la celebración del Domingo de la Sagrada Familia, damos gracias a Dios por tantos hermanos y hermanas que buscan la felicidad de su vida en un vínculo duradero entre un hombre y una mujer, junto con los hijos engendrados en su unión. El objetivo fundamental de la propuesta cristiana sobre la familia sigue siendo «la alegría del Evangelio» que llena el corazón y la vida entera de aquellos que se encuentran con Jesús y se dejan salvar por Él experimentando la liberación del pecado, de la tristeza, del vacío interior, del aislamiento.

En la variedad de los contextos socioculturales que vivimos existe un consenso sobre el hecho de que matrimonio y familia son un patrimonio que hay que custodiar y promover. Por eso, cuando la Iglesia anuncia el valor y la belleza de la familia, hace un gran servicio a una sociedad que tiene necesidad de ser iluminada con la luz de la esperanza y de la misericordia (cf. Gaudium et spes 1; y Evangeliigaudium 1. 119. 198).

En la primera fase del Sínodo extraordinario sobre la familia (octubre pasado) se ha hablado de la familia como escuela de humanidad, porque es escuela de amor en la vida y en el crecimiento de la persona; escuela de socialidad, porque hace crecer a la persona en el desarrollo de sus capacidades de socialización y en la construcción de la sociedad; escuela de vida eclesial, que educa a vivir en la comunión de la Iglesia ya ser protagonistas activos de ésta; escuela de santificación, en la que se ejerce y se alimenta el camino de santidad de padres e hijos. Es evidente que una nueva cultura de la familia puede ser el punto de partida para una renovada civilización humana.

La fase preparatoria de este Sínodo se desarrolló escuchando el sentir de obispos, presbíteros, diáconos y fieles laicos, individualmente o asociados, que pudieron manifestar su sentir con libertad y sinceridad sobre las cuestiones más vivas de la familia en nuestro tiempo. También esta experiencia de participación nos da esperanza y estamos convencidos de que es necesaria para hacer crecer la comunión y buscar lo mejor para todos.

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida