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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 03/16/2014
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Al celebrar el DÍA DEL SEMINARIO, recuerdo a algunos jóvenes que me han dicho sentirse atraídos por el sacerdocio ministerial. Hay quien ha decidido dar el paso y otros que no se han atrevido a decir ni sí ni no: dicen que no lo descartan. Esto puede parecer señal de prudencia pero, de hecho, es reflejo de la indecisión e inseguridad que acompaña a tantas personas. La nuestra es una cultura que nos hace huir de compromisos, sobre todo si son de por vida.

Una de las respuestas más curiosas que he encontrado ha sido aquella de "yo tengo otros proyectos". Alguien puede calificarlo como una demostración de libertad pero manifiesta un planteamiento equivocado porque, en el tema de vocaciones de especial consagración, lo que cuenta es "qué proyecto puede tener Dios sobre mí" y no tanto mi posible proyecto. Tú y yo somos sujetos libres para decidir sí o no, pero siempre como una respuesta gratuita a la llamada que Dios pone ante nuestra conciencia, valiéndose de diferentes circunstancias.

El Papa Francisco lo explicaba así el pasado mes de Julio: "se trata de escuchar a Jesús que nos dice, no necesariamente con palabras, 'Tú eres importante para mí, te quiero, cuento contigo'. Comprender esto es el secreto de nuestra alegría. Convertirse en sacerdote no es, en ningún caso, una elección nuestra. No me fío del joven que dice: He elegido este camino. ¡No me gusta esto! Más bien es la respuesta a una llamada y a una llamada de amor. Siento algo dentro que me inquieta, y yo respondo SÍ. El Señor nos hace sentir este amor a través de numerosos signos que podemos leer en nuestra vida, a través de numerosas personas que pone en nuestro camino. Se trata de no cerrarse, sino abrirse y entregarse a testimoniar su Evangelio en el servicio a la Iglesia".

Naturalmente también se necesita una formación precisa y para eso están los años de seminario. Es una formación equilibrada: humana, espiritual, intelectual y pastoral o apostólica. Es esta última la que pide que la formación se realice con una cierta experiencia de vida comunitaria. El Papa llega a decir: es mejor el peor seminario que ningún seminario.

Y en el Evangelio encontramos también una recomendación de Jesús a tener en cuenta: "La cosecha es abundante, pero los obreros pocos. Rogad, pues, al dueño de la mies que mande obreros" (Lc 10,2). Estos segadores no son elegidos mediante "castings", campañas publicitarias o maratones de generosidad. Es Dios quien elige y envía en misión. Por eso es importante la oración vocacional en nuestras comunidades y la vida de oración de aquellos que se sienten llamados al sacerdocio ministerial. El campo a cultivar es del Señor, no es nuestro, y esto pide relación constante con Él para asegurar la fidelidad a "su" proyecto.

Pidamos que aquellos que sientan la llamada tengan el coraje necesario para decir SÍ, como María de Nazaret, y tomen las decisiones definitivas con libertad y sin miedo. El Señor conoce bien nuestras limitaciones y también nuestra generosidad. Dejémosle hacer y Él actuará. 

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Pirirs Frígola, Obispo de Lleida