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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 09/16/2012
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 Cuatro años en Lleida

  El próximo día 21 se cumplirán cuatro años del inicio de mi servicio episcopal en Lleida y a la pregunta que me hacen frecuentemente de "¿cómo le va en la 'Terra Ferma'?", mi respuesta es bastante sencilla: me siento bien acogido y eso facilita mucho las cosas. Podríamos decir que favorece la inmersión y estoy muy agradecido, aunque siempre queda mucho camino por recorrer.

 No sé hasta qué punto podré conseguirlo, pero mi preocupación sigue siendo mantener una relación fraterna con los sacerdotes y una dedicación incondicional al pueblo que se me ha encomendado "para que tengan vida", para que puedan vivir como Dios lo quiere, y eso anunciando a Jesús de palabra y con hechos, acompañando a los hijos e hijas de Dios, compartiendo, procurando ser más testigo que maestro, y favoreciendo un estilo y una pastoral que nos ayude a complementar mejor, etc. Y, como tantas veces he manifestado, intentando animar a la Comunidad Diocesana a "leer la vida" para poder responder a la doble responsabilidad que tenemos hacia el interior de la Iglesia y hacia el mundo. Si es un error separar la fe y la vida, también lo es ignorar pastoralmente el entramado social en el que vivimos.

 He insistido e insistiré en la pastoral de conjunto, en la comunión fraterna que podríamos decir que es la marca de la casa, nuestra identidad. Jesús dijo: "Si os ven unidos, creerán..." Se trata de construir la Iglesia-Comunión que propugnó el Concilio Vaticano II: una Iglesia en la que se vaya pasando de la 'colaboración' a la ' corresponsabilidad 'y en la que nos mostremos cada día más "unidos". Y eso es algo que hay que pedir al Padre Dios continuamente como lo hizo Jesús en su discurso de despedida.

 En los últimos decenios, la Iglesia de Lleida ha sabido dar responsabilidades a los laicos. Los fieles cristianos laicos son el cuerpo de la Iglesia. Pueden y deben evangelizar y, a través de ellos es como la fe se hace experiencia tangible y puede suscitar preguntas. No me cansaré de agradecer públicamente el ejemplo de tantos y tantas que, en nuestras comunidades, entregan tiempo y energías en favor de los demás. La Misión que Cristo confió a la Iglesia no puede ser efectiva en su totalidad sin la aportación insustituible de los laicos.

 Esto no quiere decir dejar de lado la llamada vocacional al sacerdocio ministerial, siempre necesario. El mismo día 21 hará también 49 años que yo fui ordenado sacerdote. Sigo invitando a los jóvenes y no tan jóvenes a estar atentos y dóciles a la llamada de Dios y a orar insistentemente el dueño de la mies. Y pido a los sacerdotes que procuren asegurar con imaginación y generosidad servicios de acogida, de orientación, de acompañamiento personal, de confesión sacramental, y también espacios de recogimiento y oración, y experiencias de reflexión que puedan ser ocasión para replantearse a fondo criterios evangélicos.

 Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

 + Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida