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Ayudando a vivir (Obispo Joan)
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Fecha publicación: 
Dom, 11/18/2012
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«Pacem in terris», una encíclica oportuna

El Beato Juan XXIII publicó una 'carta abierta al mundo' en plena Guerra Fría y con una opinión pública preocupada por la proliferación de armas de destrucción masiva. Era una llamada urgente que buscaba promover la causa de la paz y la justicia en todos los ámbitos sociales, nacionales e internacionales.

Han pasado 50 años y el escenario político mundial ha cambiado bastante, pero aquella Carta-Encíclica sigue siendo muy luminosa y todavía tiene mucho que enseñarnos para vivir los retos actuales que también están comportando muchos enfrentamientos, como todos estamos viendo. La 'Pacem in terris' da una visión estimulante y esperanzada a un mundo que estaba y sigue estando muy necesitado de un mensaje de recuperación y esperanza, un mensaje que señale un camino para salir del atolladero en que, tan a menudo, quedamos cerradas las personas y los pueblos cuando nos enrocamos en actitudes y planteamientos que conllevan violencia, aunque sólo sea verbal. No porque haya divergencias evidentes entre personas y grupos se debe perder el respeto que todos merecen.

La 'Pacem in Terris' (según decía el actual Papa Benedicto XVI en abril pasado) "era y es un fuerte aldabonazo para participar en un diálogo creativo entre la Iglesia y el mundo, entre creyentes y no creyentes, como el Concilio Vaticano II se propuso promover".

Últimamente todo el mundo habla de Planes Estratégicos y de "hojas de ruta" para los próximos años. Es interesante y necesario que todos contribuyamos a mejorar las cosas de manera responsable y creativa. Pero hay que tomar más en serio la llamada de Jesús a vivir sin pretensiones de autosuficiencia. Ésta es la que causa frustración en la humanidad desde su origen, como explica a su manera el libro del Génesis describiendo el vacío, la incomunicación, la soledad radical, la desnudez existencial que llega a sufrir.

Podemos organizar el mundo sin Dios porque somos criaturas libres, pero sin Dios no haremos más que organizarlo contra el hombre. "Un humanismo excluyente es un humanismo que se vuelve contra nosotros porque el ser humano no se realiza a sí mismo si no es superándose" (cfr Populorum Progressio, 42). Y a los cristianos nos corresponde anunciar y hacer ver con hechos que es más acertado vivir abiertos a "aquel que los hombres llaman Dios" (Santo Tomás de Aquino) y que, en Jesucristo, ha vinculado su propia causa trascendente a nuestra fragilidad.

Intentemos reencontrarnos como criaturas libres y responsables sabiendo que todos estamos llamados a restaurar las realidades humanas haciendo obra de paz y hermandad. Sobre todo los cristianos, que somos por definición promotores de comunión.

Hace pocas semanas, el nuevo Rector de la URL decía que invertir en educación es una garantía de futuro. ¿Por qué no empezamos por transformar el lenguaje estéril de la recriminación mutua que no lleva a ninguna parte?

Recibid el saludo de vuestro hermano obispo,

+ Joan Piris Frígola, Obispo de Lleida