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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 11/17/2019

Queridos diocesanos:

Es el tercer año que celebramos esta jornada que instituyó el papa Francisco para el tercer domingo de noviembre. Pretende que nadie olvide la dura realidad en la que muchas personas están inmersas de modo permanente, la pobreza. Y no con referencia a un abstracto sino considerando a personas concretas que en cualquier parte del mundo experimentan en sus vidas la carencia de todo. Son los pobres que viven a nuestro lado y, en ocasiones, son olvidados, marginados o despreciados por nosotros mismos. Es una llamada a la caridad, tan sabida por repetida, y, a veces, manifestamos indiferencia con esa actitud displicente de no poder arreglarlo todo.

El lema propuesto para este año es el siguiente: “La esperanza de los pobres nunca se frustrará”. Es una frase del salmo 9 que está escrito en unos momentos de prosperidad y de fuertes desigualdades sociales en el pueblo de Israel.  Los traductores de la Biblia ponen un título a cada salmo; han escogido para este uno muy expresivo: Dios, defensor de los humildes. Son 21 versículos que contienen frases muy duras y molestas para nuestros oídos pero con una gran dosis de esperanza para los que confían en el Señor. Aconsejo su lectura para el día de hoy.

El papa Francisco escribe un mensaje desarrollando la idea del salmista y tratando de acercar su denuncia a nuestro mundo actual. Recordando la crudeza del pasado, nos pone ante el espejo de nuestro entorno donde se dan formas nuevas de esclavitud que nos interpelan y nos obligan a replantear nuestro estilo de vida. Familias obligadas abandonar su tierra, huérfanos por las guerras o el hambre, jóvenes sin expectativas de futuro y abocados a la delincuencia, víctimas de mil agresiones, inmigrantes, personas marginadas y sin hogar. Tras la descripción nos pide que no veamos nunca a los pobres como una amenaza para nuestro bienestar o los tratemos con desprecio. La segunda parte del Mensaje es un gran canto a la esperanza y a la confianza en Dios que, como Padre, no olvida nunca a sus criaturas; es también una llamada a que los cristianos actuemos con los mismos sentimientos de Jesucristo y hagamos realidad su propuesta de reconocimiento y de felicidad, “Bienaventurados los pobres, porque vuestro es el reino de Dios”.

No puedo reproducir el texto del Papa aunque es corto. Este espacio no da para más. Os invito encarecidamente a su lectura. Se hizo público el pasado 13 de junio y lo tenéis en algunas publicaciones escritas con acertados comentarios; podéis encontrar el texto completo en las páginas oficiales del Vaticano, de la Conferencia Episcopal Española, de la Conferencia Tarraconense o de nuestra diócesis.

Me parece que la importancia de esta Jornada radica en poner a los pobres y marginados en el primer lugar de nuestras preocupaciones tratando de que nuestras comunidades no sean nunca indiferentes a ellos. Que no busquemos excusas para no comprometernos con los que más sufren exigiendo a los demás que cumplan lo que nosotros no estamos dispuestos a hacer. No nos enzarcemos en discusiones de no poder solucionar todos los problemas del mundo o en acusaciones mutuas. Hagamos, por el contrario, realidad el mandato del Señor.

Esta Jornada me da pie para agradecer la tarea llevada a cabo por muchas personas, instituciones y organizaciones de nuestra diócesis que, desde hace muchos años, nos recuerdan con sus palabras y con sus actividades el deber de la caridad con los pobres. También deseo animar a todos a seguir por este camino de dignificar a los marginados y excluidos.

Con mi bendición y afecto.