El día 10 de marzo, muy asoleado y lleno de color, gente de Vida Ascendente de la diócesis de Lleida hemos llegado a Aitona, cabecera por unos días de una inmensa alfombra de color rosa en el florecimiento de los árboles fruteros. Éramos unas cuarenta y cinco personas. Paseo entre los melocotoneros, encanto, fotos y ascenso a la ermita de San Juan de Carratalà, balcón abierto en la inmensa llanura florecida y visita a la antigua iglesia románica. entonamos todos juntos el cántico de las criaturas de San Francisco.

 

A continuación visitamos la Cueva del Padre Palau. Allí en clima de silencio y plegaria saboreamos la paz y la espiritualidad del lugar. entramos devotamente en pequeños grupos. Todo ello, una buena preparación para la Eucaristía que seguidamente bajamos a celebrar en la iglesia parroquial de Santo Antolí de Aitona. Con una cálida acogida del rector padre Pau y algunos colaboradorrs parroquiales iniciamos la celebración. Se respira un llamamiento a la confianza sugerida por las lecturas bíblicas de la misa en este contexto tenso y doloroso de la guerra en Ucrania. Canto final del himno de Vida Ascendente.

 

Comimos en Seròs, en el restaurante "La Disco" antiguo ámbito de alegría juvenil. No podíamos irnos de aquella bendita tierra sin acercarnos al monasterio de Avinganya. Impresionando en medio de la llanura y prendando por sus evocaciones históricas.

 

En la hora de los adioses, todos los asistentes recibimos el obsequio de un lote con cuatro espléndidas manzanas del país.

 

Es justo reconocer y agradecer la acogida de las Hermanas Carmelitas Misioneras en la Cueva del Padre Palau, como también la participación de la comunidad parroquial de Aitona.

 

Y ya sabéis que en Vida Ascendente las puertas estan abiertas a las personas grandes de las parroquias del obispado para compartir la espiritualidad, el compromiso, la amistad y la alegría que nos une.