Un grupo de peregrinos procedentes de la Parroquia de la Mare de Déu de Montserrat, han caminado hasta el Monasterio de Montserrat del 18 al 24 de julio. Desde la parroquia también se organizó una salida-peregrinación en autobús el mismo domingo, en que se juntaron los caminos de los dos grupos de peregrinos. Desde el Monasterio de Montserrat compartieron la misa, la adoración a la Virgen y, al terminar, una buena comida todos juntos.

Este camino, interior y exterior, hecho por etapas, igual que la vida misma, segur que dará mucho fruto a los peregrinos y a la comunidad en general, de interioridad y servicio. Caminar, aunque este año haya sido bajo sota un sol de justicia, y compartir ratos de silencio, comidas, plegarias y ofrendas, risas y sufrimiento durante una semana ha dado y dará, muchs frutos. Caminar hacia la sede espiritual de Catalunya, cuna de nuestra patrona, Santa Maria de Montserrat, nos ha de llevar a profundizar en el conocimiento de su Hijo. Hacerlo, adentrados en la naturaleza, sintiendo los olores y viendo los colores de los campos y de los bosques y prados, ha sido un placer integral, con el objectivo último de dar un sentido suficientemente profundo y espiritual a nuestros pasos. Descubrir aquellos rincones oscuros o todavía no resueltos en nuestra vida, puede ser otra meta. Aprender a relacionarnos o hacerlo un poco más intensamente con aquel Padre, que tanto nos ama, puede ser también una fita, igual que poner a prueba la resistencia física en las etapas un poco más largas.

Pero andar, aunque haya sido en plena ola de calor, cruzando Catalunya (Segrià, Pla d'Urgell, Urgell, Segarra y Anoia) no habría sido posible sin la ayuda y la acogida de los hospitaleros. Es un sentimiento profundo de agradecimiento de todos los peregrinoss hacia Josep, Ramon y Francesc, de Palau d'Anglesola; Anna Maria, Paquita y Agnès, de Verdú; Teresa, Marlon y Ahmed, de Cervera; Teresa y Mercè, de Sant Guim de Freixenet; Enric, de Jorba y Jordi y Mireia, de Montserrat.

Pedíamos a la comunidad, cuando salimos, que nos encomendáseis a la Virgen y nosotros ofrecíamos también rezar por toda la comunidad parroquial y diocesana, siguiendo el mandato de Jesús de rezar y amarnos mutuamente. Seguro que con la mano de Dios, todo dará fruto y lo hará abundantemente.