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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Autoria
Producció
Fecha publicación: 
Dom, 07/10/2016

Retomamos nuestro comentario sobre las obras de misericordia que nos propone desde siempre la Iglesia a todos los cristianos y en este Año de la Misericordia nos insiste el papa Francisco. La última reflexión sobre esta serie se publicó el pasado día 24 de abril
Hablamos hoy de la sexta obra corporal REDIMIR A LOS CAUTIVOS y a todos nos evoca esta realidad a cárceles y libertades, a personas presas y privadas de libertad con personas que legislan, aplican leyes y juzgan a quienes las incumplen con las penas correspondientes. Siempre ha sido una tragedia la falta de libertad aunque la gama de situaciones vivida por el ser humano es muy diversa, desde los presos por haber caído en las garras de la delincuencia hasta quienes son secuestrados por no renunciar a su fe o a sus convicciones. En todos existe un corazón que sufre y es digno de ser atendido. Es una exigencia para todos los cristianos que se fundamenta en los textos de la Sagrada Escritura y, sobre todo, en las palabras y los gestos de Jesucristo.
Recordad algunas frases: “Saca mi vida de la prisión” (Salmo 142), “…que impuse a vuestros antepasados cuando les saqué de Egipto” (Jer 11,4) o toda la historia de la liberación del pueblo de Israel, narrada en el libro del Éxodo. Es Cristo quien ha traído la libertad como nos lo dicen varios textos de las cartas de san Pablo tratando de explicar la finalidad de su venida “…me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad” (Lc 4,11). Una liberación del sufrimiento, del pecado y de la muerte con gestos de ternura y de misericordia.
Os invito a conocer realidades que ayudarán a practicar esta obra de misericordia: la pastoral penitenciaria, con voluntarios que se acercan y acompañan a los presos en la cárcel; la Orden de la Merced (en nuestra ciudad los mercedarios regentan una parroquia) creada hace más de 700 años para la redención de cautivos. Existen otros grupos con atención preferente a los presos. Participad en esta noble misión que puede conseguir crear espacios de felicidad a estos hermanos nuestros.
Otra obra espiritual SUFRIR CON PACIENCIA LOS DEFECTOS DEL PRÓJIMO merece también nuestra atención.
En el enunciado aparecen dos palabras, sufrir y paciencia, que resultan incómodas para aplicarlas a la vida propia y ajena. A veces incomprensibles para nuestro mundo actual, muy dado a esconder todo lo que suponga sufrir o a rechazar todas sus consecuencias. La paciencia es definida en el diccionario como una disposición adquirida que tiene que ver con la capacidad de sufrir y tolerar desgracias y adversidades sin quejarse ni rebelarse. En nuestro caso no recurrimos a la filosofía para explicar este hábito adquirido y la aceptación del sufrir, sino a la Sagrada Escritura.
En el Antiguo Testamento se describe a Dios como el paciente y también con su modo de relacionarse con los hombres, de forma particular con los que rompen su Alianza; con los pecadores (Is 48,9; Os 11,8). En el Nuevo Testamento los cristianos somos invitados a mostrar un carácter semejante siendo imitadores de la paciencia de Dios (Mt 18,26.29; 1Co 13,4; Ga 5,22; Ef 4,2) sabiendo que nunca es estrictamente pasividad y que tampoco nace de las propias capacidades humanas. Su fuente es siempre el Amor y es un don que se alimenta y desarrolla con la esperanza.
Sólo con cariño hacia quienes manifiestan defectos, ignorancias y carencias podemos ayudarles a reconocer y a vivir la misericordia. Seguro que tenéis cerca personas que han sabido llevar a buena práctica esta obra. Imitadlas.
      +Salvador Giménez, bisbe de Lleida.