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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
Producció
Fecha publicación: 
Vie, 07/24/2020

Queridos diocesanos:

 

Habíamos anunciado, desde hace casi dos meses, que este domingo, 26 de julio por la tarde, celebraríamos un funeral en la catedral por todos los difuntos a causa del COVID-19. También por todos aquellos que fallecieron en este tiempo y no pudieron celebrar la Eucaristía con familiares y amigos debido a las circunstancias externas que obligaban a evitar aglomeraciones o contactos personales de despedida y cariño.

 

En esa fecha no será posible la mencionada celebración que se estaba preparando con mucho interés y cariño por parte de los responsables de la Catedral. No nos atrevemos a hablar de suspensión sino de aplazamiento. No queremos renunciar a una oración con representantes de toda la diócesis para unirnos a las familias que han sufrido doblemente por la defunción de un ser querido y el posterior acompañamiento, muy reducido, en este tiempo tan extraño y tan trágico. Los cristianos deseamos estar cerca de los que sufren por este motivo con palabras de consuelo y de aliento. Pero, sobre todo, con nuestra oración que nace de la fe y se abre a la esperanza en la vida eterna que nos anunció el mismo Jesucristo.

 

 La evolución a peor de los contagios por el coronavirus en la comarca del Segriàha obligado al conjunto de nuestras autoridades a tomar unas drásticas medidas sanitarias y sociales. Todos sois conocedores de las mismas pues repercuten muy duramente en la vida familiar, laboral y social.  Es un fuerte contratiempo para el conjunto que ha sido recibido con desigual talante por los distintos sectores profesionales y ciudadanos.Las citadas medidas tienen un tiempo concreto de aplicación, en este caso quince días, como señalan los anuncios oficiales. El domingo, 26, es una fecha situada dentro de dicho período de tiempo. Por tanto se ha de pensar en otro momento para una celebración de estas características. La comunidad diocesana se siente obligada a manifestar de forma conjunta la oración y el cariño a tantas familias que han sufrido casi en soledad la despedida definitiva.

 

Los cristianos sabemos que la Eucaristía es la actualización, el memorial, de la muerte y resurrección de Jesucristo. Contiene todo el bien espiritual de la Iglesia y es el máximo exponente de lo que podemos ofrecer, como recuerdo y gratitud, a los que han terminado su vida mortal. Sus personas quedan vinculadas para siempre a la persona del Redentor y confiadas a las manos del Padre Dios. La Iglesia no celebra la Misa como un homenaje a los difuntos, reza por ellos; ni siquiera realiza un reconocimiento social por los que todavía vivimos, agradece su vida y su trabajo pidiendo que se sumen a la oración universal.

 

En la mencionada celebración no queríamos que faltara un recuerdo por los enfermos y por sus familiares. Son muchos los que todavía llenan hospitales y residencias o están siendo acompañados en sus domicilios por sus familiares y amigos.

 

También cabía es tarde en la Catedral un agradecimiento inmenso para todos aquellos profesionales que se han volcado de una forma especial por ayudar a los que llegaban contagiados y por intentar sanarlos. A otros muchos profesionales les debemos gratitud, desde los empleados del transporte público hasta los que nos servían los alimentos; desde los agricultores y comerciantes hasta los funcionarios de la administración pública.

 

Se pensaba en un acto entrañable y solemne al mismo tiempo donde todos, unidos a Cristo, expresáramos nuestra oración y acción de gracias. Avisaremos oportunamente su realización e invitaremos a todos.                

 

Con mi bendición y afecto.            

                         

+Salvador Giménez, obispo de Lleida.