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Cerca de vosotros (Obispo Salvador)
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Fecha publicación: 
Vie, 06/26/2020

En la fiesta de san Pedro recordamos al Papa Queridos diocesanos: Quienes tenemos una edad avanzada recordamos que el día 29 de junio era fiesta de precepto. Era un día importante para la familia y para la comunidad cristiana. Celebrábamos la solemnidad de san Pedro y san Pablo. Era el Día del Papa. Con los cambios de las fiestas religiosas, introducidas en el calendario en la reforma de los años ochenta del siglo pasado, desapareció ese día festivo para trasladarlo al domingo. Lo mismo ocurrió con la Solemnidad de la Ascensión o con el Corpus.

 

La comunidad cristiana mantiene el significado de fiesta importante para pedir la intercesión de los dos Apóstoles y para manifestar nuestra unión y adhesión al Papa. Todos sabéis que la Iglesia comenzó su caminar en nuestra historia apoyándose en la memoria permanente de Jesucristo, su Fundador. Él mismo eligió a doce Apóstoles y los constituyó columnas de esa nueva comunidad; al frente de la misma puso a Simón Pedro, como roca firme y fundamento de la unidad de su Iglesia (Mt 16,18). Pedro era un hombre frágil y pecador. Por miedo negó a su mismo Señor horas ante de morir en la cruz. De parecidas características personales eran los restantes apóstoles, sin embargo supieron mantener la valentía suficiente y murieron mártires por no renunciar a la predicación que habían aprendido de su Maestro. Todos ellos arrostraron dificultades, pruebas varias y persecuciones pero nadie consiguió hundir o destruir la Iglesia, formada por las comunidades que creaban, porque el mismo Jesucristo ha garantizado su existencia hasta el final de la historia.

 

El sucesor de Pedro es el Papa quien, además de su responsabilidad sobre la Iglesia universal, es el obispo de Roma. El actual papa Francisco es el número 266 en la lista de sucesores de san Pedro. Fue elegido el día 13 de marzo de 2013 (lleva, por tanto, más de siete años) tras la renuncia del anterior papa, Benedicto XVI. Escogió el nombre de Francisco para acentuar su referencia con el Santo de Asís, cuyos rasgos principales son la pobreza evangélica al estilo de Cristo, el amor de la creación como obra de Dios (recordad su encíclica Laudato Si’, —2015— y que ha dedicado este año a recordarla y a insistir en su aplicación al celebrar un quinquenio de su publicación) y la promoción de la paz y de la igualdad social en diálogo con todos los pueblos, culturas y religiones. El Papa se caracteriza, además, por un estilo sencillo y cercano tanto por sus palabras como por sus manifestaciones externas; es accesible y señala con fuerza y de forma reiterada su amor preferencial por los pobres. Insiste en poner a la Iglesia en actitud misionera («Iglesia en salida») que ha de llevar el Evangelio a todos los pueblos de la tierra. Se esfuerza en una reforma de la Curia romana para purificarla y hacerla más ágil en el servicio al Pueblo de Dios.

 

Nos podríamos extender mucho más en la descripción de la personalidad del papa Francisco. Sólo mencionar lo que muchos contemplaron a través de las pantallas de televisión durante la pasada Semana Santa en las celebraciones del Vaticano. Sorprendió mucho su actitud de silencio y oración. O, después, su tremenda preocupación por la pandemia de la Covid-19 y sus consecuencias sanitarias, económicas y sociales. O, desde siempre, su insistente petición de que recemos por él.

 

Hoy tenemos la gran oportunidad para agradecer a Dios la persona y el ministerio del papa Francisco. Y orar por él y por todas sus intenciones. También para adherirnos a sus enseñanzas que miran siempre a Jesucristo y resaltan su amor a la Iglesia. Trabajemos con él por la unidad y la comunión de la comunidad eclesial; desechemos confrontaciones, divisiones y comparaciones. Sólo tenemos un Papa que es un regalo de Dios para la Iglesia de nuestro tiempo. Con mi bendición y afecto.

 

† Salvador Giménez Valls. Obispo de Lleida.