Nacimiento, infancia
Henri nació el primero de agosto de 1877 en Lyon, en el hogar de sus padres, Michel Oza y Marie-Louise Molinot. En la misma ciudad, recibió las aguas bautismales unos días después -el 5 de agosto-, en la iglesia parroquial de San José.
A los pocos años del nacimiento de Henri, sus padres se trasladaron a Saint-Donat, una antigua población galorromana, situada en el departamento de Dróme, en la región de Ródano-Alpes.
Ingresa en la vida marista
Allí frecuentó la escuela marista, en la que se enamoró de la vida que llevaban los hermanos y cultivó su vocación religiosa. El 3 de mayo de 1893 ingresó en el noviciado de Saint-PauI-Trois-Chateaux, en el que vistió el hábito marista el 24 de agosto del mismo año, cambiando su nombre de pila por el de H. Colombanus-PauI. Dos años después de terminar el noviciado, emitió el voto de obediencia el 10 de de septiembre de 1896, según la costumbre de la época. El 19 de septiembre de 1901 se consagró de por vida a Dios con la profesión perpetua en el Instituto marista.
Preparación pedagógica e inicio de su vida docente
Terminado ya el noviciado, obtuvo en Avignon, en octubre de 1894, el brevet obligatoire, titulo necesario para poder ejercer la enseñanza en Francia. Después, fue enviado de cocinero a Salon-de-Provence, en el departamento de Bocas del Ródano, volviendo a Saint-Paul como empleado en abril de 1895. Desde septiembre de 1895, fue profesor adjunto en diversas escuelas maristas de Francia.
Su traslado a España. Su excelente preparación, su temperamento…
En enero de 1904, ya se encontraba en el colegio marista de Pamplona, adonde llegó al ser expulsado de su país. A partir de junio de 1904, pasó por bastantes colegios maristas de España, en los que actuó como profesor ayudante. Estaba bien dotado intelec- tualmente, dominaba el francés, el español y el inglés, poseía talento musical, y tenía un gran bagaje cultural, pero era una empresa ardua para él mantener la disciplina -incluso en las clases más elementales-, porque era tímido y bueno, lo que le hacía ser débil y permisivo. Ni siquiera los continuos cambios de escuela -tanto en Francia como en España-, consiguieron remediar este problema. Pero, en agosto de 1926, pareció encontrar la deseada quietud en la escuela marista de Carrejo (Cantabria), en la comu- nidad formada por tres hermanos. Él tenía 49 años y estaba cargado de experiencia y de vida; era el cocinero y el encargado de los párvulos, como cuando era un hermano inexperto, al principio de su vida marista. Desempeñó ambos empleos con gran espíritu de servicio, con amabilidad y con una perfecta docilidad a las directrices del superior. Al mismo tiempo, impartía lecciones particulares de francés y era el organista de la parroquia.
Superando las dificultades, su fuerza de voluntad…
Las dificultades que encontró en el ejercicio de su profesión no influyeron lo más mínimo en su vida interior. Al contrario, fueron un estimulo para rela- cionarse más intimamente con Dios y para consolidar su espíritu marista en la humildad, la sencillez y la modestia. Los hermanos apreciaban su carácter bondadoso y servicial y su vida de abnegación y de sacrificio y es justo añadir que suplía con creces sus carencias pedagógicas con el apostolado de toda una vida entregada a los demás.
Quiso sufrir las dificultades de sus hermanos españoles
Cuando estalló el movi- miento revolucionario, él podría haberse salvado inscribiéndose en el consulado francés y, haciendo valer su nacionalidad, volver a su patria. Pero el amor por sus hermanos españoles lo empujó a correr su misma suerte que ellos.
Detención y martirio
Los cuatro hermanos de Cabezón y los tres de Carrejo fueron detenidos el 30 de diciembre de 1936 -y no el 30 de septiembre, como erróneamente se dijo en las biografías de los HH. Narciso y Pedro, publicadas en el número 65 de Testigos-. Conducidos a la cárcel de Santander, el H. Colombanus-Paul fue «sacado» de ella junto a los HH. Narciso, Pedro y Néstor Eugenio el día primero de enero de 1937; desde entonces, nada más se supo de ellos. Lo más probable es que los asesinaran en dicho día, lanzán- dolos al mar desde el faro del cabo Mayor.
Benigno GIL