Nació en Lleida el 19 de enero de 1905 en el seno de una familia humilde y cristiana. Residía justo al lado de la parroquia de Sant Llorenç, con sus padres y hermanos, uno de ellos, Amadeu, sacristán mayor de aquélla.
Su propio padre, Don Josep A. Jové, conocido como “el buen José”, terciario franciscano, murió en los primeros días de la guerra civil, el 25 de julio de 1936, siendo arrojado al canal a su paso por la Bordeta. Su madre trabajaba en una panadería del mismo barrio y una de sus hermanas, profesó como carmelita en el convento de Lleida.
Como quiera que en los primeros días de la guerra civil, fue incendiada la parroquia de Sant Llorenç, pasó el fuego a la casa del sacristán, por lo que todos hubieron de abandonar su residencia y refugiarse en distintos lugares. Cuando el 23 de julio Pere se trasladaba a Benavent de Lleida, a casa de unos parientes, fué detenido y encarcelado, permaneciendo así, privado de libertad hasta el día 31 de diciembre de 1936, en que fue fusilado en el cementerio municipal de esta ciudad, y enterrado en la fosa común.
Existe una copia de la carta de Pere, de 15 de diciembre de 1936, escrita desde la celda en la que veintiocho condenados a muerte se despiden de sus familiares, mientras esperan el martirio, en la seguridad de que van a ser acogidos por Dios.
Otro documento importante es la carta de uno de los hermanos de Pere, en la que se da cuenta de que recibía, a menudo, el sacramento de la penitencia, impartido por Mn. Vallès, quien comentó con posterioridad, la idea de Pere de dar gustosamente su vida por Cristo, ayudando y animando a sus compañeros encarcelados, dedicando sus últimas palabras a su madre. En los últimos días compartía celda con Daniel Farreres Guardiola, de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña, sufriendo los dos juntos el martirio, con la idea básica, asumida por los dos, según testimonios vigentes, de sacrificar su vida por Dios y por la Iglesia.