Con dolor de corazón pero lleno de esperanza, la Diócesis de Lleida llora, por cuarta vez en lo que va de año, la muerte de un sacerdote. Mn. Salvador Gonzalo Tejedor, murió entregando su alma a Dios Padre, señor y creador de vida, fiel a la fe en Jesucristo en el seno de la Iglesia, confortado con los santos sacramentos el 12 de marzo de 2004, a los 76 años de edad y 53 de fecundo ministerio sacerdotal, tras un corto periodo de grave enfermedad.
Don Salvador, así era conocido y querido por la gente de Lleida, era Canónigo Magistral de la Catedral de Lleida, por oposición desde el año 1962. Cabildo Catedral al que pertenecía desde 1953 en que, también por oposición, obtuvo el Beneficio de Organista de la Catedral leridana.
Nacido en Carbonero el Mayor (Segovia) el 29 de julio de 1927 cursó los estudios eclesiásticos en el Seminario de Segovia los años de 1939 a 1947, y en la Universidad Pontificia de Comillas 1947 a 1951, licenciándose en Teología. Fue ordenado sacerdote el 13 de junio de 1951.
Antes de venir a Lleida ejerció el cargo de Organista de la Real y Insigne Colegiata de San Ildefonso, Segovia, los años 1951-1953. previa oposición, y el de coadjutor de la Parroquia de La Granja, durante el mismo tiempo.
En Lleida ha simultaneado el ministerio en la Catedral con las siguientes actividades pastorales: fue nombrado Capellán del Monasterio de las Carmelitas Descalzas en 1955, Oficial de la Secretaría y Director del Boletín Oficial del Obispado el año 1956, Capellán de la Adoración Nocturna Española en 1962, Examinador prosinodal en 1964.
Su actividad pastoral tuvo también una vertiente pedagógica y de dedicación a la juventud; fue nombrado en 1954 profesor de Pedagogía Catequética y de Literatura del Seminario Conciliar de Lleida, y fue también profesor en el Colegio Terraferma.
Las exequias se celebraron en la Santa Iglesia Catedral de Lleida el 12 de marzo de 2004, a las 11 horas. Presididas por Mons. Francesc Xavier Ciuraneta Aymí, Obispo de Lleida, concelebrando los miembros del Cabildo Catedral y el clero diocesano, siendo numerosa la asistencia de fieles que testimoniaban así su afecto y gratitud a don Salvador. Hombre de talante servicial y afable que se había ganado la simpatía de los leridanos.
La muerte de don Salvador supone una pérdida irreparable para la Diócesis que esperamos se convierta en oportunidad de nuevas vocaciones al sacerdocio.
Don Salvador, fiel sacerdote servidor de Cristo, gracias por su testimonio de vida. Dios le premie acogiéndolo en su Gloria en el número de los escogidos.