Leonardo nació el 6 de noviembre de 1907, en Arcellares del Tozo, provincia y diócesis de Burgos. A! día siguiente de su nacimiento, fue bautizado en la iglesia parroquial de su pueblo, dedicada a san Esteban, protomártir; en ella, hizo también la primera comunión. Recibió el sacramento de la confirmación el 21 de septiembre de 1921, en la parroquia de la villa de Arceniega (Álava).
Característica de su pueblo natal
Parece ser que Arcellares -situado al amparo de un roquedal que lo protege de los fríos vientos que lo azotan- debe su nombre a la abundante arcilla de sus terrenos. Su clima es duro y sus tierras de labor -de mediana calidad. aunque buenas para el cultivo de cereales y legumbres- han de ser trabajadas con constancia y esmero. Las amplias dimensiones de su hermosa iglesia románica inducen a pensar que, en otros tiempos, el pueblo disfrutó de una mayor prosperidad y tuvo un considerable número de habitantes.
Su familia
Los padres de Leonardo, Bernabé y Gabina, tuvieron sólo dos hijos -él y Paulina, su hermana-, ya que su padre murió joven. Su madre se casó en segundas nupcias con Cristóbal Arroyo, que también era viudo y que tenía varios hijos de su primer matrimonio. Gabina tenía tan gran corazón y era tan buena cristiana que trató y amó a los hijos de Cristóbal como si fueran sus propios hijos y ellos la respetaron y la quisieron como si fuera su verdadera madre. Se dedicó a educar cristianamente y por igual a todos sus hijos -a los de su propia sangre y a los de su segundo marido-.
Su ingreso en el seminarioo marista. Su consagración como hermano marista
El 27 de septiembre de 1919 Leonardo ingresó en el seminario marista de Arceniega. El 29 de septiembre de 1922 pasó al noviciado de Las Avellanas (Lleida), donde vistió el hábito marista el 8 de septiembre del año siguiente, recibiendo el nombre de H. Egberto. El 8 de septiembre de 1924, al terminar el noviciado, emitió los primeros votos temporales. El 15 de agosto de 1930 se consagró de por vida al Señor, haciendo en Las Avellanas su profesión perpetua en el Instituto marista.
A la vida marista lo siguieron dos de sus hermanastros: Miguel Arroyo, que fue el primer seminarista que murió en Arceniega, en 1924; y Evelio Arroyo -H. Evelio Ramiro-, de carácter alegre y sencillo, que hizo su primera profesión en 1931, en Las Avellanas; en 1936, estaba destinado en el colegio Mirasol de Valencia, pero consiguió pasar a la zona de Santander con un pasaporte republicano y allí tuvo que alistarse en el ejército; cuando estaba en las líneas rojas del frente de la Lora, a unos seis kilómetros de su pueblo natal, intentó llegar a él y desapareció. También ingresó en la vida marista un hijo de su hermana Paulina -el H. Gilberto Poza, que desempeñó toda su labor de misionero en Chile-.
Su itinerario docente
Después del noviciado, los superiores lo destinaran a desempeñar diversos empleos manuales durante cuatro años. Así, ejerció de cocinero en el colegio de Palafrugell (Girona), durante el curso académico 1924-25; y en el de La Garriga (Barcelona), durante el curso 1925- 26. Volvió en agosto de 1926 al convento de Las Avellanas en el que trabajó dos años más como hortelano y desempeñó otras labores y tareas. A partir de agosto de 1928 fue profesor ayudante: primero en el colegio de Sabadell (Barcelona) hasta febrero de 1929; a continuación en el de San José Oriol de Barcelona hasta agosto de 1929; luego en el colegio Mirasol de Valencia hasta febrero de 1932; después de nuevo en el de La Garriga hasta septiembre de 1933; más tarde en la academia politécnica de Alcazarquivir (Marruecos), hasta septiembre de 1935 --.durante dos años en sustitución del servicio militar-; y finalmente en Barruelo de Santullán (Palencia) donde lo sorprendió la guerra civil.
Detención y martirio
El 22 de julio de 1936 huyó hacia Burgos junto al H. Teófilo Martín pero fue detenido y conducido a Reinosa (Cantabria) El 23 de octubre fue asesinado en el monte Saja en Campoo de Suso donde fue asesinado junto con el Teofilo Martín. Sus restos mortales descansan en el cementerio municipal de Reinosa.
Su perfil religioso y de educador
La vida de entrega del H. Egberto se fundamentó sobre una firme voluntad de servir a los demás: ella fue la base de su intensa vida espiritual. Se desvivía por todos y a todos atendía con jovialidad y amabilidad proverbiales. Por otra parte la constancia y el esfuerzo que ponía en todo lo que se le encargaba lo hacían capaz de vencer todos los obstáculos que se le presentaran. En los años en los que desempeñó trabajos manuales debió ejercitar especialmente las virtudes de la caridad y de la humildad; desde entonces durante el resto de sus días fueron sus virtudes más características. Los hermanos han destacado también su espíritu de familia su sencillez y su aceptación gozosa de la pobreza; y sus antiguos alumnos, su dedicación incondicional a las clases y los resultados que logró en la formación cristiana de los niños que le habían sido encomendados.
Benigno GIL