La Casa Magent de los Maristas de Llinars del Vallés ha sido el escenario donde 150 jóvenes de las diócesis catalanas han seguido la Jornada Mundial de la Juventud de Río de Janeiro. Plegaria, trabajo en grupo, catequesis, eucaristía, viacrucis, celebración del perdón, música, teatro, conocer a jóvenes cristianos de otros lugares, momentos para orar en solitario, conexión con Río con el viacrucis del viernes y la vigilia del sábado... Todo esto ha formado parte de un fin de semana magnífico, en el que adolescentes y jóvenes han compartido un espacio común donde vivir la fe y donde han podido unirse con los jóvenes de Río, con el papa Francisco y con nuestros obispos que nos han visitado a lo largo del mismo. Los de Lleida hemos participado como organizadores, y nuestra presencia no ha dejado de compartir una cosa: nuestra fe es sólida como nuestra tierra.

Mientras dos millones y medio de jóvenes de todo el mundo se reunían alrededor del papa Francisco en la playa de Copacabana, a muchos miles de kilómetros otro grupo más reducido de jóvenes, que no podía estar en Brasil, se reunía alrededor de otro Francisco, el obispo Francisco Pardo, responsable de la Pastoral Juvenil de la Conferencia Episcopal Tarraconense, para seguir a distancia la Jornada Mundial de la Juventud.

A pequeña escala, pero sin descuidar ningún detalle, la JMJ de Llinars seguía las huellas de los compañeros de Río. Las celebraciones del Viacrucis y del Perdón, los conciertos de música, la proyección de películas, el intercambio de experiencias y las catequesis con los obispos fueron unos de los momentos más esperados por los jóvenes catalanes. El arzobispo de Tarragona, Jaume Pujol, el obispo José Ángel Saiz, de Tortosa, y su auxiliar, Salvador Cristau, asistieron a alguna de las jornadas del Vallés.

Aunque el Secretariado Interdiocesano de Juventud había diseñado un programa específico para vivir la JMJ desde Llinars, hubo momentos para conectar en directo con Río de Janeiro a través de una pantalla gigante. A pesar de la distancia se vivieron momentos muy emotivos en los que parecía que los jòvenes catalanes estaban en la misma playa de Copacabana.

Xavier Navarro, delegado pastoral de Juventud del Obispado de Lleida, valoraba la jornada de Llinars con un tono muy positivo: “Estos encuentros nos hacen descubrir la Iglesia como proyecto univeral de Dios”. Y añadía que de todo lo vivido “me quedo sobre todo con la alegría y las ganas que comunican los jóvenes. Hay un fondo común que compartimos. Eso te hace vvir la esperanza de la fe”.

Este texto es un resumen del artículo de Samuel Gutiérrez publicado en “Cataluña Cristiana” (http://www.radioestel.com/fotos/aquesta_setmana/304_cat.pdf)