El obispo de Lleida, Mons. Joan Piris, ha nombrado a los primeros cinco animadores de comunidad de la Diócesis de Lleida formados en el Instituto Superior de Ciencias Religiosas (IREL) y los ha destinado a diferentes parroquias, para que cooperen y trabajen en común con los sacerdotes, responsabilizándose de los ámbitos y actividades para los cuales han sido formados durante los dos últimos años.

Los animadores de comunidad parroquial están autorizados a la celebración de la Palabra, a la distribución de la comunión en las iglesias y a los enfermos, a asumir la coordinación de grupos de jóvenes, catequesis, etcétera, a la exposición del Santísimo (sin dar la bendición), a dirigir las oraciones litúrgicas y a administrar el bautismo, si no pudiera el presbítero. Estos animadores no están autorizados a consagrar, confesar ni administrar el sacramento de la unción de enfermos.

En fecha 26 de julio, el obispo Joan ha firmado el decreto nombrando a Juan de Ávila Busquets Barón y Francesc X. Domènech Jornet animadores de comunidad de la unidad pastoral que forman las parroquias de Aitona, Soses, Seròs y la Granja d'Escarp.

También ha destinado a César Minguella Barallat y Josep Maria Escorihuela Pujol a la unidad pastoral formada por las parroquias de Torrefarrera, Rosselló y Alpicat, para que formen equipo con el rector Mn. Víctor Manuel Espinosa.

El quinto nombramiento del obispo Joan como animadora de comunidad corresponde en Asunción Sola Pijoan, que formará equipo con el rector de la parroquia de Sant Pau de Lleida, Mn. Antoni Agelet.

Estos nombramientos son históricos, pues hasta ahora el único animador de comunidad de la diócesis de Lleida, Isidre Charles, no procedía del IREL

La figura del animador de comunidad viene motivada por la carencia de sacerdotes para atender los diferentes servicios de las parroquias, pero a la vez es una responsabilidad que tenemos los cristianos de dar respuestas a estas dificultades por nuestra condición de bautizados (“Estamos llamados a transmitir la fe”); por las demandas del Concilio Vaticano II (“Los laicos son parte activa de la Iglesia”); por las invitaciones de nuestro obispo Joan (“Es una tarea necesaria, urgente y delicada”), y por el mandato del Papa Francisco, que en su exhortación apostólica Evangelli Gaudium anima a los laicos a ser valientes y recuperar objetivos (“Invito todo el mundo a ser valiente y creativo en esta tarea de repensar los objetivos, las estructuras, el estilo y los métodos evangelizadores de las mismas comunidades”).

La formación de animadores de comunidad parroquial ha sido una de las prioridades del obispo Joan a lo largo de su episcopado en Lleida. “Se trata de acompañar personas con una cierta vocación y vinculación eclesial, ayudándolos a crecer en la vitalidad de su fe, a descubrir los talentos que han recibido de Dios y a encontrar ocasiones de ponerlos al servicio de los hermanos, en una Iglesia cada vez más ministerial y corresponsable”, dijo en su día al referirse a la formación de estos animadores, cuya primera hornada ha salido del IREL.