Peregrino es el nombre que San Ignacio adopta para definirse a sí mismo, en el relato de su vida. Después de seguir un seminario sobre Ignacio de Loyola, un grupo de fieles de la Parroquia de San Ignacio conocieron de primera mano los lugares donde Ignacio hizo los primeros pasos de su vida espiritual.

Fue el domingo 22 de abril. Una treintena de miembros de la comunidad parroquial salieron de madrugada, comenzando una peregrinación en autocar, hacia Manresa, hacia las fuentes de la espiritualidad ignaciana.

Carles Marcet s.j. después de haber dirigido el seminario, ahora nos acoge y nos acompañará todo el día en un descubrimiento de los lugares principales del Ignacio neoconverso y de su itinerario.
La imagen de Ignacio herido abre nuestra peregrinación interior: un proyecto de vana gloria derrumbado, para abrir uno nuevo para gloria de Dios. Esto nos hace examinar nuestros deseos de gloria vana y de olvido de Dios.

La "cueva" donde oraba 8 horas diarias, el hospital donde se alojaba, la capilla del "rapto", nos muestran la progresiva maduración espiritual, con los períodos de escrúpulos y desolación y los tiempos de consolación y paz. Dios, nos dice Ignacio, lo trataba como un maestro de escuela trata a un niño. Intentamos reconocer en nuestra biografía, los momentos en que Dios nos iniciaba en la vida espiritual con "mociones" y "diversidad de espíritus. 

La cruz del Tort donde rezaba frecuentemente, y, el pozo de la luz, donde vivió la gran iluminación del Cardener, nos lo muestran ya como un hombre nuevo, lleno de Dios y de deseo de ayudar "las almas". Por la tarde, después de comer juntos en la casa de ejercicios, bajamos todos a la cueva, como en una tierra santa, para celebrar una eucaristía muy vivida y participada activamente. Llenos de Dios y de la espiritualidad de Ignacio, volvemos hacia Lleida, agradeciendo el bien que nos ha hecho esta visita a Manresa.