El delegado diocesano de Liturgia y Espiritualitat, Mn. Gerardo Soler, nos deja su colaboración semanal de la secció Liturgia Viva.

DOMINGO DE RAMOS

4. La Liturgia de las Horas y la Eucaristía

          "Te ofreceré un sacrificio de alabanza, invocando tu nombre" (Sal 115). En el AT se consideraba como sacrificio no sólo los ofrecidos al Señor con animales o los frutos de la tierra, sino también la oración de alabanza, de bendición, de acción de gracias. "Sacrificium laudis", sacrificio de alabanza, se le llama a la oración de las primitivas comunidades cristianas, y a la celebración de la Eucaristía. En los textos de las Plegarias eucarísticas encontramos muy bien expresada la bendición, la acción de gracias.

          Durante un tiempo largo, en los primeros siglos, las horas de plegaria de todo el pueblo de Dios, eran la matutina y la vespertina, ya que diariamente no se celebraba la Eucaristía. La Eucaristía se celebraba los domingos y festividades, algunas ferias de Cuaresma y de las cuatro témporas. Hasta bien entrada la edad media, la Liturgia de las Horas, ha sido el "sacrificio perpetuo", matutino y vespertino de los cristianos.

a) El Misterio pascual y la Liturgia de las Horas

          La Liturgia actualiza la "obra de nuestra redención" (SC 2) que "Cristo el Señor la realizó principalmente por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, resurrección de entre los muertos y gloriosa ascensión" (SC 5). "Desde entonces, la Iglesia nunca ha dejado de reunirse para celebrar el Misterio pascual: leyendo cuanto a Él se refiere en toda la Escritura, celebrando la Eucaristía, en la cual se hacen de nuevo presentes la victoria y el triunfo de su muerte, y dando gracias a Dios por el don inefable en Cristo Jesús, para alabar su gloria por la fuerza del Espíritu Santo" SC 6).

          "Celebrando la Eucaristía" y "dando gracias a Dios", actualizamos en la Liturgia el Misterio pascual de Jesucristo.

          "Tanto los Padres como la Liturgia procedieron rectamente al oír en los Salmos a Cristo que clama al Padre o el Padre que habla con su Hijo" (OGLH 109). Y nosotros participamos en este diálogo con nuestros labios, con nuestra mente, con nuestro corazón. Y expresa sus sentimientos de agradecimiento, de soledad o tristeza, de desesperación, de súplica confiada, de triunfo sobre los enemigos, sobre la muerte. De gozo profundo por el "paso" Pascua de Dios por su pueblo resucitando a su Hijo Jesús.

Mn. Gerardo Soler

Liturgia viva. Liturgia de las Horas, 29-3-15